VIEJAS COSTUMBRES

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La canción finalizó y la voz de Jackson se desvaneció de los oídos de Mark.
Suspiró y alargó el dedo para ponerla otra vez.
Durante los últimos tiempos había desarrollado el hábito de escuchar la misma canción tres o cuatro veces seguidas. Qué distinto era de la manera como lo había hecho en el pasado...
Hasta el verano de aquel año, todas sus listas de reproducción contenían cientos de canciones de artistas diversos y las escuchaba en orden aleatorio. No había caído en esa nueva forma de escuchar música hasta que se marchó de Nueva Orleans y regresó a su hogar. Escuchaba y volvía a escuchar la misma canción una y otra vez. Entraba en una especie de trance. Así podía dejar de pensar sobre su propia vida e imaginarse que Jackson Wang cantaba tan solo para sus oídos unas palabras que ya conocía muy bien.

Estaba echado en la cama con la cabeza en el lado de los pies y contemplaba el póster del concierto. Se imaginaba a sí mismo con el cuerpo pegado al borde del escenario, asistiendo al espectáculo en directo. Algún día, se juró a sí mismo, algún día encontraría la manera de asistir de verdad a un concierto de Jackson Wang...

Mark cerró los ojos y canturreó al ritmo de su voz. Estaba totalmente inmóvil, salvo por el suave ritmo de sus talones contra el colchón. La camiseta se le subió y dejó el vientre al descubierto, y él no se molestó en ponérselo bien. No oyó el crujido de la puerta que se abría a su espalda ni las suaves pisadas que se acercaban con sigilo a su cama. No tenía ni idea de que hubiera otra presencia en la habitación hasta que una sombra se le dibujó sobre el hombro y una mano surgió de la nada para agarrarlo por la rodilla. Mark abrió súbitamente los ojos. Levantó la cabeza con tanta energía que se mordió la lengua. Dejó de fantasear con Jackson y en lugar de sus ensoñaciones sintió tan solo el sonido de su propio pulso que le martilleaba en los oídos. Dio un respingo y se arrancó los auriculares.
Jinyoung, su novio desde el segundo año de secundaria, estaba en pie frente a él.
—¡Eh, bonito! ¿Qué estás haciendo?

Mark lo miró con ojos inexpresivos. La mano del chico le pesaba sobre la pierna y sus ojos estaban clavados en la parte de su estómago que quedaba al descubierto. Mark volvió a colocarse en su sitio la camiseta.
«Jinyoung —se dijo a sí mismo, obligándose a respirar hondo— No es más que Jinyoung.»
Servía de bien poco que durante los últimos tiempos hubiera cambiado mucho su aspecto. Ya no era el adolescente de cara aniñada que Mark había conocido y amado. Mark sabía que él buscaba una imagen más madura para encajar en la graduación de secundaria. Su rostro tenía un aspecto más masculino, pero también menos familiar. No podía evitar que el desconocido que tenía enfrente le resultara vagamente siniestro.

Jinyoung sonreía satisfecho, sin darse cuenta de la incomodidad del chico.
—No estás disponible, ¿eh? No me digas que se me han vuelto a pasar las horas de visita.

—¡Me has asustado!— Mark dobló las piernas bajo su cuerpo. Cerró un puño y se lo apretó contra el pecho —¿Tienes alguna idea de lo que me ocurre cuando me asusto?

—Lo siento. He llamado. No estaba seguro de si estabas aquí.

Frunció el ceño.
¿No tenía claro si estaba allí? ¿Lo decía en broma? ¿Y cuántas veces tenía que repetirle que no se acercara a él por detrás? Cada vez que lo hacía, sufría pesadillas durante varios días.

—Tan solo escuchaba música— dijo Mark. Con las manos aún temblorosas, cerró la aplicación. No quería que Jinyoung viese de quién era la canción que había estado escuchando.

Él asintió. En aquel momento sus ojos rondaban sin descanso por la angosta habitación. Habló con una voz que parecía despreocupada.
—Te lo digo en serio, Mark, no entiendo cómo puedes pasarte el día entero encerrado aquí. Yo me volvería loco, te lo aseguro.

I'm your biggest fan [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora