LO QUE HARÍA UN FAN

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Mark estaba solo, sentado en la sala de interrogatorios. Con la cabeza repleta de preguntas sin respuesta. Uno de los policías le había dado una manta de lana gris y rasposa, y el chico lo estrechaba en torno a sus hombros. Se preguntaba cómo era posible que el pánico no lo abrumara. Acababa de verse cara a cara con su depredador. ¿Cómo era posible que no se hubiera desplomado, ni se hubiera quedado como una masa de gelatina temblorosa?

Tal vez no sintiera la conmoción hasta más tarde. Probablemente no habría tenido que quedarse solo... pero no iba a estarlo mucho rato. Mark sentía mariposas en el estómago con solo pensarlo. GaGa, o como se llamara, no tardaría en llegar. En realidad, su nombre no importaba. Lo que sí importaba era que existía.

La pierna de Mark se movía nerviosamente bajo la mesa. Había alguna otra cuestión que aún lo carcomía. En la historia que le había contado el policía algún detalle no acababa de encajar. No habría puesto la mano en el fuego por ello, pero sentía el cosquilleo de la duda mezclado con el de la ilusión. Algo que se les había pasado por alto. Lo sabía.
Pero ¿qué? ¿Qué podía ser...?

Ahogó un grito al darse cuenta de lo que era.
-Dicen que GaGa envió a la policía a mi casa, pero eso es imposible.
¡Yo no le había dicho dónde vivía!

Oyó una voz a su espalda y Mark se dio la vuelta sin levantarse de la silla.
-Sí, creo que ese idiota contaba con que yo no tendría tu dirección.

En cuanto los ojos de Mark se posaron sobre el rostro del que había pronunciado aquellas palabras, la fuerza con que sus manos agarraban la manta se relajó. Su boca se abrió y entonces articuló unas palabras sin sonido: «Dios mío».

-Me la dio mi mánager. Tenía tu información de contacto.

-Tú eres Jackson Wang- murmuró Mark a modo de respuesta.

El chico se había quedado en el umbral de la puerta, sin saber qué hacer, aguardando a que Mark dijera algo. Tenía una mano dentro del bolsillo de la chaqueta de cuero y con la otra se apartaba el cabello de la frente hacia atrás. Dio un paso vacilante.
-Hola, Mark.

-Tú...tú eres Jackson Wang- dijo de nuevo, con voz algo más fuerte.

-GaGa- lo corrigió, con algo semejante a una sonrisa pretenciosa en los labios -Un superfan como tú tendría que saberse como me llama mi madre.

-¿Qué... por qué... por qué estás...? No lo entiendo.

Jackson acercó una silla de metal a la de Mark y se sentó junto a la mesa de interrogatorios. Mark lo miraba, aún confuso. Buscó algo dentro del bolsillo de la chaqueta. Por fin lo sacó y lo dejó sobre la mesa.
Una pata de conejo.

Al verla, Mark sintió la presión ya familiar de la ansiedad que le atenazaba la garganta. Se envolvió todavía más con la manta y sus pensamientos se descoyuntaron.
¿Por qué tenía la pata de conejo? ¿Se la había dado la policía? ¿Había ido allí para hacerse publicidad? ¿Todavía estaba con lo del sorteo?

-¿Aún no lo has entendido, Mark?- Su mano se posó sobre su hombro -Yo soy GaGa. Soy el chico con el que has estado hablando durante todo este tiempo.

-No, no lo eres- replicó Mark -Tú eres Jackson Wang.

-También.

-¡No!- Mark hizo un movimiento con el hombro para alejar la mano de Jackson. La sensación de ahogo le había llegado al pecho y se obligó a sí mismo a respirar.

«Jackson uno... Jackson Wang...»

Mark hizo que no con la cabeza. El ejercicio no funcionaba.
-Tú eres Jackson Wang. No eres una persona de verdad.

La sonrisa de Jackson se torció.
-¿Qué significa eso?

-¿Dónde está el GaGa de verdad? Me habían dicho que hay un GaGa de verdad.
Se volvió hacia la entrada de la sala, con la esperanza de ver a alguien, pero en la puerta no había nadie. Empezó a mover los ojos de un lado a otro de la sala en busca de respuestas a las preguntas que se agolpaban en su cabeza. Entonces, ¿todo había sido un juego? ¿No había estado hablando con un chico de verdad? ¿Un chico que quisiera estar con él? ¿Tan solo con una estrella que se divertía tomando el pelo a sus fans desprevenidos?

-No, Mark. No me estás escuchando...

Dejó de escuchar al mirarlo a la cara. Las comisuras de los labios se le contraían nerviosamente. ¿Acaso se estaba riendo?
-No- susurró -No es verdad. Por favor, dime que esto es una broma.

-No es ninguna broma- dijo Jackson al tiempo que se ensanchaba su sonrisa.

-Te estás riendo. ¿Tú te crees que esto es divertido?

-¡No!- La sonrisa desapareció de sus labios, pero sus ojos aún danzaban, alborozados -Bueno, un poquito sí- confesó -Mark, tienes que reconocerme que si esto llega a salir en «Catfish» ya no se les habría ocurrido sacar nuevos episodios.
Mark clavaba los ojos en él, incapaz de creerse lo que estaba oyendo. Todo aquel tiempo en Twitter... todos aquellos meses y más meses...
Cuando se dio cuenta de la verdad, el pánico se esfumó, ahuyentado por el amargo sabor de la ira.
-¿No?- continuó Jackson, aún con su sonrisa burlona -¡Por favor! Tienes un póster mío colgado sobre la cama. ¡Escribiste una historia sobre mí que se titulaba Obsesión! Y ahora resulta que habías estado hablando todo el tiempo conmigo.

Mark echó la cabeza hacia atrás y se puso en pie bruscamente, y la silla
de metal rechinó contra el suelo. Contempló con incredulidad cómo Jackson le sonreía abiertamente.
Soltó la manta y le dio un puñetazo en plena cara.

I'm your biggest fan [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora