RECALCULANDO

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—Está hablando con el 911. ¿En qué podemos ayudarlo?

Jackson agarraba el volante con tanta fuerza que los nudillos se le habían puesto blancos. Había acelerado el Ferrari hasta el límite, pero rebajó un poco la velocidad al inclinarse sobre el altavoz.
—¡Envíen a la policía! ¡Es por un chico...! ¡Un allanamiento! Alguien está tratando de entrar en una casa.
No era del todo cierto, pero tampoco quedaba muy lejos de la realidad. No tenía tiempo para contar la verdad. Ya lo aclararían en cuanto llegasen allí. En ese momento tenía que decir lo que fuera necesario para que la policía se presentara en casa de Mark. El texto de Maury había llegado hacía tan solo unos instantes, así que les dio la dirección.
—¡Dense prisa!

—¿Ha visto al sospechoso? ¿Podría describírmelo?

—Es una chica. ¡Una chica adolescente!

—¿Una mujer? ¿Está actuando en solitario?

—Sí, pero... pero está armada. No me cabe ninguna duda de que es peligrosa. Creo que podría llevar una pistola. ¡Dense prisa, por favor!

—La policía ya está en camino. ¿Podría darme más detalles sobre el aspecto de la sospechosa?

—Debe de medir un metro setenta y cinco. Sudadera oscura con capucha.
Pulsó el botón para poner fin a la llamada y enfiló la carretera desierta, esforzándose por no pensar. No lo consiguió. Se decía a sí mismo, para tranquilizarse, que Mark estaba acompañado por la terapeuta. No iba a quedarse solo. ¿O sí?
Tal vez fuera todo una falsa alarma. Se estaba asustando por nada. Mark estaba demasiado paranoico como para dejar entrar en su casa a una desconocida.
Pero entonces, ¿por qué no respondía a los privados, ni contestaba al móvil? Maury le había enviado un mensaje de texto con el número de Mark, pero cada vez que llamaba le respondía el contestador. Debía de tener algún problema. Un problema grave.
Un problema peligroso.

Jackson echó una mirada al reloj del salpicadero. Habían pasado nueve minutos desde que se había marchado del local. Tenía que concentrarse en conducir. No podía entretenerse pensando en todas las horribles posibilidades. No podía si quería tener alguna expectativa de encontrarlo a tiempo. Con un esfuerzo, logró concentrarse en las instrucciones que le daba el GPS.

«Ochocientos metros más adelante salga por la derecha...

»Prosiga en la misma dirección...

»Gire a la izquierda...

»Recalculando...»

—Mierda— exclamó, y los neumáticos chirriaron. Se había saltado una curva en la oscuridad. ¿La gente de allí no sabía lo que eran las farolas?
Volvió la cabeza y trató de distinguir alguna silueta que pudiera pasar por una señal de tráfico. A lado y lado de la carretera mal iluminada no había más que largas extensiones de hueca negrura salpicada por unas pocas casas dispersas.

***

Mark se encogió en la silla. Los insoportables recuerdos chocaban contra él en oleadas. No tardaría en quedar cubierto hasta el cuello por el flashback. No podía permitirlo.
Jaebeom estaba a punto de regresar y aún no había trazado ningún plan. Tenía que concentrarse... concentrarse en salir de allí. Ya permitiría luego que el terror se apoderase de él. Cerró los ojos y sus pensamientos derivaron hacia el refugio habitual.

«Jackson. Jackson Wang.»

No— gimoteó bajo la mordaza. No era momento para proyectar, aunque con ello se apaciguara su pánico. ¡No tenía tiempo para eso! Pero no podía librarse de la imagen ya familiar que veía con los párpados cerrados: el rostro de Jackson que miraba con la cabeza vuelta hacia atrás, helado de terror.
Los ojos de Mark se abrieron de pronto.
Jackson— trató de susurrar a pesar de la cinta que le cubría la boca.
Acababa de asaltarlo un nuevo pensamiento. La respuesta a una pregunta que lo había perseguido a lo largo de varios meses. Una pregunta que su terapeuta le había planteado una y otra vez:
«No entiendo por qué lo elegí a él. ¿Por qué Jackson Wang y no otra persona?»

I'm your biggest fan [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora