NOS VEMOS LUEGO

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Jaebeom sujetó a Mark por el codo para que no perdiera el equilibrio al levantarse de la silla. Había cortado con el cuchillo la cuerda que le sujetaba el torso, pero seguía teniendo las muñecas atadas. Mark levantó los ojos para mirarlo a la cara. Había empezado a planear el siguiente movimiento.
Podría haber tratado de huir, pero dudaba de que hubiera podido llegar a la puerta. No, tendría que tomarse su tiempo, aguardar el momento oportuno.
Si Jaebeom se daba cuenta antes de tiempo de que le estaba mintiendo, tal vez se desquiciaría por completo. Y aún tenía el cuchillo de carnicero en la mano.

Jaebeom— dijo, con los ojos puestos en el filo de veinte centímetros —¿no te parece que podrías dejar eso? Es muy grande.

El rostro de Jaebeom se había suavizado poco antes, cuando Mark le había dicho que quería bailar, pero ahora el chico vio que se ponía tenso y el otro se apartaba.
—Creo que no, Mark.

No se había ganado su confianza. Todavía no. Mark no podía bajar la guardia. Siguió hablándole con voz animada y alegre, y dio un pequeño paso hacia él.
—Bueno, pues procura no pincharme sin querer, por favor. Mi madre me
matará si le manchamos de sangre el tapizado.

Jaebeom soltó una risita, pero siguió sosteniendo el cuchillo con la misma firmeza.
—Yo nunca te haría daño. Lo sabes muy bien.

Mark asintió y se obligó a sí mismo a sonreír. ¿Y ahora qué? Quizá podría hacerse de alguna manera con el teléfono. Jaebeom debía de habérselo guardado después de quitárselo. ¿Era eso lo que abultaba en el bolsillo delantero de sus pantalones? Pero entonces la única manera de apoderarse de él sería... Ni hablar. No pudo ni terminar el pensamiento. La mera idea de bailar con él hacía que se le pusiera la piel de gallina.

—¿Y si ponemos música para bailar?— preguntó Jaebeom, y lo contempló con una sonrisa juguetona —Un pajarito me ha dicho que te encanta Copo de nieve.

—¡No!— Mark retrocedió solo de pensarlo. «Copo de nieve, no», rogó en silencio. No podría soportar que le estropeara la canción asociándola a aquel recuerdo. Pero de todos modos, si no lograba ayuda inmediata, tampoco se hallaría en posición de recordar nada. Si no lograba quitarle el teléfono tendría que gritar para pedir ayuda.
Pero no allí dentro. En algún lugar donde estuviese seguro de que la doctora Regan iba a oírlo. Donde fuese, pero fuera. ¿Cómo podía convencerlo para que salieran?

Jaebeom le echó una mirada escéptica.
—Yo creía que te gustaba esa canción.
Alargó una mano para tocar las de Mark, y este, a pesar de todos sus esfuerzos por contenerse, retrocedió.

—Lo siento— dijo, y dio un traspié hacia atrás —Sí me gusta, es solo
que... que... ¡creo que voy a estornudar!

Entonces se le ocurrió una nueva idea, inspirada por la abrumadora fragancia que le llenaba la nariz. Mark se cubrió el rostro con las manos y fingió un estornudo. Y luego otro, y otro.
¿Estás bien?

—Creo que es una alergia— dijo, sorbiendo por la nariz —Puede que sea
la colonia.

—¿La colonia? ¡Si me la he puesto para ti!— Jaebeom levantó ambas manos con frustración y el cuchillo centelleó peligrosamente —Fui a comprar una botella entera de esta cosa. ¡La verdad es que no consigo tenerte contentaño con nada!

—¡No, no!— exclamó Mark, en un intento por arreglar la situación sin
perder de vista el cuchillo —Pero ¡si me encanta! Has sido tan dulce y considerado... Lo único que pasa es que es un poco fuerte.— Volvió a
estornudar —Pienso que el aire fresco me ayudaría. ¿Y si salimos a bailar al
aire libre? Bajo la luz de la luna. ¡Eso sería romántico!
¿Caería en la trampa? ¿Habría perdido el contacto con la realidad hasta el punto de olvidar que la doctora Regan esperaba fuera? Mark no tenía muy claro por qué, pero lo dudaba. Sin embargo, ya le daba igual que Jaebeom se negara a salir. Mark ya planeaba el siguiente paso.

I'm your biggest fan [Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora