I'm your biggest fan [Markson]

OTROS PECES EN EL MAR

Jackson releyó los privados. La cabeza le daba vueltas. Mensajes para Mark. Los había enviado él. Pero no los había enviado él. Aquello tenía una única explicación...
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Una sensación de frialdad le estrujó el pecho y lo obligó a expulsar el aire
de los pulmones. ¿Cómo era posible que no lo hubiera previsto? Durante todo aquel tiempo no pudo apartar de su mente el asesinato del idol. ¿Cuántas veces volvió la cabeza para ver si alguien lo seguía? ¡Y alguien lo había hecho! Aunque no hubiera caminado detrás de él por la calle, de todos modos lo había seguido. Un pirata informático se había metido en su Twitter desde algún lugar.
¿Y si era una chica? ¿Podría ser la misma que había saltado al escenario en Seattle? el recuerdo de su voz estridente todavía resonaba dentro de su cabeza: «¡Esperen! ¡Jackson me conoce! ¿No me escuchan o qué...? ¡Me sigue en Twitter! Lleva años siguiéndome...».
Deliraba. Estaba convencida de mantener una relación secreta que únicamente existía en su imaginación. ¿Cuántas veces había tratado de advertir a la discográfica? Sabía que tan solo era cuestión de tiempo.
Lo que le había sucedido a YuGyeom era horrible. Pero aquello... aquello era inimaginable.
De pronto, Jackson se llevó la mano al cuello. ¿Se marcharía Mark con ella?
¿Caería en la trampa? ¿Llegaría a pensar...?
Recorrió mentalmente conversaciones antiguas, mezcladas sin remedio dentro de su cerebro.
«Quizá haya visto demasiadas veces “Catfish” —le había dicho no hacía mucho tiempo— Siempre es el mismo argumento. ¿No serás una chica?»
Mark... ¡no!
La maldita pata de conejo. Solo quedaban dos en el pequeño gancho que colgaba al lado de la caja registradora de la gasolinera. Jackson había comprado una aquella misma mañana y había dejado la otra.
Hubiera tenido que comprar las dos. Vaciar el escaparate. Tendría que haber comprado hasta la última pata de conejo que se vendiera en el estado. La había dejado allí, colgando al extremo del gancho. Y otra persona la había comprado. Otra persona se la había enseñado a él. Y Mark había picado como un pez en el anzuelo.

Entonces, los acontecimientos de los últimos veinte minutos, aparentemente inocuos, cobraron un nuevo significado. La silueta vislumbrada en el aparcamiento... los faros que se habían detenido antes de tomar la última curva en la carretera...
Debía de ser. Jackson se había quedado allí y presenciado cómo se cerraba la trampa. El coche se había detenido unos instantes sin parar el motor, el tiempo suficiente para las presentaciones. Luego giró en redondo y se marchó... ¿adónde, exactamente?
Podrían estar en cualquier sitio.
¿Habrían vuelto a la casa de Mark? Pero ¿dónde vivía? No había llegado a darle la dirección. Y en aquellos momentos debía de encontrarse en algún lugar desconocido en compañía de... de...

Jackson sintió que la bilis le subía por la garganta y tragó con fuerza. No podía perder la calma. No en un momento como aquel. Tenía que pensar...
Solo le quedaba una esperanza... una manera de contactarlo. Pulsó dos veces la tecla de mayúsculas y empezó a disparar privados:

GaGa: ¡DETENTE!
GaGa: ¡NO ERA YO, MARK!
GaGa: ¡AÚN ESTOY EN EL CLUB!
GaGa: ¡SAL DE ESE COCHE, MARK!

Él vería las notificaciones. Tenía que verlas. Siempre las veía. ¿Cuántas veces le había mandado mensajes a cualquier hora del día y de la noche?
Siempre le respondía al instante.
—Vamos, Mark— murmuró con voz ronca —¡Respóndeme, maldita sea!

***

Los dedos de Mark se iban hacia el móvil, pero no quería ser maleducado. Era como un tic nervioso... Difícilmente encontraría algún mensaje que mereciera la pena leer. Ya estaba sentado al lado de la única persona cuyos privados importaban, en el sofá de la sala de estar de su casa.

Una vez más, la conversación había derivado hacia el silencio. Mark se mordía las uñas y se estrujaba el cerebro por si se le ocurría algo más que pudiera decir. Nunca pensó que su primer encuentro con GaGa pudiera transformarse en una película de terror.