cap.35

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Me sentía frustrada. De muy mal humor.

No era una persona que tendiese a enojarse o molestarse.

Pero todos los días despertaba de la misma manera. Y no entendía porqué.

Ni hablar de Jeon. No podía mirar su rostro sin sentir mis mejillas quemar levemente y no volver mis manos en pequeños puños.

Él se veía extremadamente feliz. Era demasiado.

No dejaba de sonreír. Hasta lo había escuchado cantar un día por la noche.

Mientras que yo me la pasaba de mal humor, no era justo y eso me hacía sentir triste.

Aunque, por más molesta que me sintiese, debía admitir que ver a Jeon así me hacía sentir algo mejor.

Era un dilema.

Me hacía sentir enferma.

Por lo tanto, para distraerme de mis emociones, me encerraba a estudiar en el escritorio de la habitación.

Me gustaba estar ahí.

Y no. No había pedido permiso para estar ahí, pero me sentía tan molesta que ni siquiera me importaba.

Alena siempre decía que cuando me enojaba, me comportaba como una niña de 5 años cuando no le compraban un helado.

Alena.

Suspiré alejando mi vista del libro frente mío. Además de los lápices que había visto la última vez, había varios cuadernos y libros.

No quise darle más vueltas al asunto e ignoré mi curiosidad respecto al porqué aquellos libros se encontraban aquí.

Era mucha coincidencia.

Miré hacia mi izquierda y mantuve mi mirada en la mochila color rosado que estaba colgada pulcramente en la pared.

¿Por qué Jeon tendría esa mochila? Lo único que pensaba era: coincidencia. No había sido por mí, eso sería sumamente perturbador.

Pero, tampoco creía que Jeon la usase...

La molestia que sentía hace unos segundos aumentó tras pensar eso.

Miré la habitación con más detalle a mi alrededor. Miles de preguntas comenzaron a invadir mi cabeza.

¿De quién era esta habitación?

¿Por qué Jeon no quería que entrase?

No tenía nada de malo la habitación. Solo era extraña.

Escuché golpes desde el otro lado de la puerta, a lo que brinqué sobre la silla en la que estaba sentada.

— Hee, sé que estás ahí— fruncí mi ceño y pateé con cuidado el suelo con mi pie izquierdo. No quería que entrara.

Miré los peluches y almohadas sobre la cama.

¿De quién eran?

Mis mejillas se sentían calientes y mi estómago se revolvía.

Si no eran mías, ni de Jeon...

— Hee, abre la puerta— Jeon nuevamente tocó la puerta con algo más de fuerza a lo que cerré mis ojos intentando calmarme.

Me sentía patética. ¿Por qué me sentía tan molesta?

Era ridículo.

Me levanté suavemente de la silla y alisé la falda de mi vestido de la misma manera.

A pequeños pasos, y con una pequeña sonrisa, me dirigí a la puerta para tomar el pomo de esta y girarlo delicadamente.

Al momento de abrir la puerta ni siquiera miré hacia Jeon.
Me limité a caminar por su lado, rozando su cuerpo con el mío.

Pude ver de reojo el rostro de Jeon confundido y hasta algo sorprendido. Presioné mis labios intentando no soltar una risa. Era divertido.

— Hee— la rotunda voz de Jeon se escuchó por el pasillo, a lo que inmediatamente me detuve.

Volteé hacia él rápidamente, elevando la falda de mi vestido lo suficiente como para verse el moretón en mi muslo derecho.

Batí mis pestañas hacía él, manteniendo contacto directo con sus ojos— ¿Sí, Jeon?— mis mejillas aún quemaban tras el enojo que sentí en la habitación. Enredé los dedos de mis manos por debajo de mi pecho, viéndose así los moretones que sus dedos habían dejado en la piel de mis muñecas.

No sabía lo que me pasaba. Pero estaba divirtiéndome más de la cuenta.

Noté como los ojos de Jeon viajaron de mis pies a cabeza para luego mantenerlos fijos sobre mis muñecas.

Escondí mis brazos por detrás de mi espalda y ladeé levemente mi cabeza hacia la derecha, sin dejar de mirarlo.

Jeon instantáneamente dirigió su mirada hasta la mía, su rostro se veía como aquel día en la habitación.

Batí nuevamente mis pestañas hacia él esperando a que hablara.

— No hagas eso— Jeon cortó de manera severa, pude ver como su mano derecha la mantenía en un puño.

Fruncí mi ceño suavemente y batí nuevamente mis pestañas confundida— ¿Hacer qué?

Volteé mi cabeza hacia la derecha al tener que bostezar. Cubrí mi boca con mi mano y al hacerlo mi muñeca dolió por lo que solté un leve gemido de dolor.

Cuando volteé nuevamente hacia Jeon, parpadeé rápidamente soltando unas cuantas lagrimas tras el bostezo.

Siempre pasaba cuando bostezaba.

Jeon miraba mi rostro con manía y noté como se removió incómodo, algo le molestaba.

Aguante una sonrisa.

— L-Lo siento, pero tengo sueño— murmuré. No mentía, era tarde y me sentía bastante cansada. Había estado todo el día estudiado y ya quería dormir.

Volteé nuevamente, haciendo que la falda de mi vestido se levantara un poco. Pude sentir una pequeña brisa acariciar mis muslos con suavidad.

Continué caminando por el pasillo y no sentí a Jeon detrás mía por lo que me tranquilicé. Si bien había sido divertido de hacer, el nerviosismo que sentía era real.

Nunca iba a dejar de sentirme nerviosa cerca de él.

Finalmente llegué a las escaleras y al pisar el segundo escalón sentí la mano de Jeon rodear mi muñeca, no pude evitarlo y solté un sonoro quejido. Inmediatamente la soltó.

Giré sobre mí misma y noté a Jeon algo agitado.

¿Por qué no hablaba?

Bajé un escalón y alcé mi cabeza para mantener el contacto visual.

Puse mis pies en cuclillas y apoyé mis manos suavemente sobre su pecho. Acerqué mi rostro hasta el suyo con suavidad y di un pequeño beso en su mejilla izquierda. Me alejé un poco y me mantuve a unos cuantos centímetros de él.

— Buenas noches, Jeon— sonreí levemente inflando mis mejillas. Finalmente giré y subí las escaleras algo apresurada.

Entré a mi habitación con el corazón bombeando a más no poder.
Casi temblando puse pestillo a la puerta y solté una bocanada de aire al tirarme encima de mi cama.

No pude evitar soltar una pequeña risita.

Alena me decía que no era bueno manipular a las personas. Pero de vez en cuando no era malo.

Según yo.

eyes on you  ✄  jeon jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora