cap.25

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Lo que sucedió después fue algo que recordaría por el resto de mi vida.

No había palabras para describir como me sentía en ese momento.

No temblaba, mi corazón estaba calmado, mi quijada ya no tiritaba y mi nariz y boca estaban cubiertas por sangre seca.

Aún estaba hincada dentro de ese canasto. Mis rodillas dolían como los mil demonios y el aire era sofocante; apenas podía oxigenarme.

Mi espalda pedía a gritos salir de ahí, mis pulmones dolían por la mala oxigenación por horas y mi rostro se sentía pegajoso por todas las lagrimas que había soltado.

Pero eso no importaba en ese momento.

Nada importaba.

Había oído a Jeon irse de la habitación hace unos minutos.

La chica probablemente se encontraba desmayada, si es que era optimista.

En el mejor de los casos, estaba muerta.

En el peor de los casos, estaba viva y tendría que vivir con el inmenso trauma de por vida.

O su cuerpo no había tolerado lo de hace unos minutos y estaba muerta, o estaba viva y se suicidaría en unos días.

Era una o la otra.

Intentaba concienciar sobre lo ocurrido, intentaba reconocer la situación. Pero mi mente no lo lograba hacer.

El estado de shock no me lo permitía.

Además, estaba muerta.

Jeon probablemente iría a mi habitación a revisar si había puesto pestillo a la puerta; se daría cuenta que no. Entraría a la habitación y vería que no estoy.

Estaba muerta.

Si salía o no, sería el mismo final.

Abrí el canasto con cautela y mis brazos estaban entumecidos, el dolor fue desgarrador, pero no importaba. Nada importaba.

Me estire como pude, ni siquiera pude pararme completamente; solo pude mantenerme algo hinchada.
Salí del canasto y me mantuve parada frente la puerta sin concentrarme en alguna idea.

¿Qué había hecho en mi vida para merecer estar en esta situación?

Siempre había intentado ser buena hija, buena alumna, buena amiga, buena...

Nada importa.

Tomé el pomo de la puerta con cautela y mis dedos se separaron con dificultad a causa de la sangre seca entre ellos.

Un Misisipí, dos Misisipí, tres Misisipí... Alena me había enseñado a contar así.

Alena era mi amiga, mejor amiga. Casi mi hermana, estudia psicología y me ayuda siempre que puede. Me cuida y la quiero mucho.

Alena es muy linda, y vivo casi con ella. Le cae bien Gi, la quiere. La extraño.

Justo cuando iba a girar el pomo de la puerta escuché ruidos por fuera, pasos pesados.

Un pánico ensordecedor inundó mi cuerpo en cuestión de segundos. Ganas de vomitar se hicieron presentes a lo que tuve que cubrir mi boca con fuerza.

El olor metálico y a humedad lleno mis fosas nasales tras eso.

Los pasos merodeaban por el lugar y se detuvieron por un momento. No respiraba y me mantenía estática como una estatua.

Los pasos comenzaron nuevamente y se detuvieron abruptamente.

Cerré mis ojos con suavidad y suspiré, mi destino lo tenía claro. No había mucho que pensar.

eyes on you  ✄  jeon jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora