eyes on you ✄ jeon jungkook.

cap.16

—Siempre lo mismo, Gi— refunfuñé sin poder sentir mis brazos de lo acalambrados que estaban. Gi, para variar, se había quedado dormida por lo que la estaba cargando en mis brazos junto con unas cuantas cosas que había aprovechado de comprar en una tienda de mascotas en el camino.

Ya no podía más del agotamiento.

Suspiré aliviada al divisar el complejo de departamentos a pocos pasos.

—Gi, despierta— murmuré sacudiéndola levemente, pero fue en vano. Dormía como camión. Negué con mi cabeza sin remedio para finalmente seguir caminando.

Entré al edificio y antes de poder acercarme al ascensor recibí un mensaje de texto, lo cual me extrañó bastante. Dejé de caminar y decidí por tomar asiento, para así poder ver con calma el mensaje recién recibido. A duras penas logré sentarme, dejé a Gi sobre mis piernas y las bolsas en la silla de mi lado izquierdo.

Saqué mi celular del bolsillo de mi chaqueta y noté que era un mensaje de Alena. Sin preámbulos lo abrí de inmediato, de un momento a otro sentí como si me hubiesen abofeteado.

De: Alena
Mensaje de texto: No entres al departamento

Leí el mensaje repetidamente sin lograr entender porque decía eso.
¿Acaso estaba tan enojada conmigo al punto de no querer verme?
No, Alena no es así.

Para: Alena
Mensaje de texto: ¿a que te refieres?

Envié el mensaje sintiéndome pésimo, estaba exhausta y lo único que quería era dormir, y esto no me daba un buen presentimiento.

De: Alena
Mensaje de texto: no entres, vete.

Tragué gordo comenzando a sudar, ¿qué pasaba?

Para: Alena
Mensaje de texto: ¿estás bien?

De: Alena
Mensaje de texto: vete ahora.

De: Alena
Mensaje de texto: ahora

Atasqué mi respiración sin siquiera poder procesar lo que sucedía, temblando tomé a Gi y las bolsas para levantarme torpemente y salir del edificio con un nudo en el estómago. Me sentía horrible, ¿qué pasaba si Alena no estaba bien?

Solté un jadeo de angustia mientras caminaba rápidamente a mi departamento, mi corazón palpitaba con fuerza y mi respiración era cada vez más agitada a causa del miedo y preocupación.

¿Qué podía estar pasando? ¿Alena estaría bien? ¿Por qué quería que no entrara? ¿Estaba sola? ¿O estaba enojada? ¿Por qué...?

Choqué con alguien estrepitosamente casi cayendo de bruces.

—D-disculpe, y-yo no m-iré, fue m-mi culpa, y-yo...— tartamudeé extremadamente nerviosa. Lo último que me faltaba era ser insultada por alguien en la calle.

—Hola— escuché la voz algo gruesa de la persona con la que había chocado.

Inmediatamente alcé mi vista a punto de llorar, era el chico de la tienda de dulces.

—H-hola, p-perdón por h-haber chocado y-yo...— temblé sintiéndome horrible, y no temblaba por haber chocado con él, temblaba por lo de Alena.

—Estás pálida— musitó sin ninguna emoción en su voz— ¿estás bien?

Tragué saliva sintiéndome expuesta, claramente no le diría que estaba pasando.