La flor azul

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Trigésimo octavo día de la contienda

Campo de batalla No: 0711

Ubicación: Feontera entre Gurz y Macitus

Hora: 06:55:00 HRS

Escuadrón asignado: Águila de Bronce

Líder del escuadrón: Capitán Ludo

El capitán dirigía a todo su equipo por la trinchera, los habían llamado a su escuadrón unto con otros ocho más a apoyar en ese campo de batalla, cosa que se le hacía absurdo ya que eso podía retrasar su avance por las tierras de Gurz cuya mitad de su territorio ya había cedido, con suerte quedaron suficientes tropas como para que los terrenos que ya habían tomado sean perdidos.

La excusa por la que estaban ahí era que el avance en esa otra zona era prácticamente nulo e incluso aseguraban que estaban retrocediendo.

-no me importa dónde sea solo quiero ya comenzar-replicó Alfonso.

El capitán algo alterado se dio la vuelta y le dijo.

-mejor contén esas energías para la batalla que aquí estamos por perder.

-¿Cómo no quieres que avancemos si n os estamos conteniendo mucho?-pregunto Alfonso

-mira- le respondió el capitán a Alfonso- estamos peligrosamente cerca de una zona poblada por gente que cree que la magia está recién descubierta por culpa de unos niños idiotas que activaron una maldición y hay órdenes de no involucrar a esa gente-

-que patrañas, es una guerra tiene que haber muertos-

Tan pronto terminó de hablar hubo una explosión casi justo afuera de dónde estaba la trinchera provocada por un hechizo de bola de fuego.

-¿decías?- preguntó de forma sarcástica Alfonso.

-capitán ya es hora-

El capitán revisó su reloj era cierto, solo faltaban unos segundos, así que volteó a ver a todos los soldados que tenía a su posición.

-¡a sus posiciones todos!-

Todos colocaron las escalerillas listas para subir por ellas para que los soldados comenzaran a correr.

-¡cinco, cuatro, tres, dos uno!- gritaba mientras que miraba el reloj viendo los segundos, algunos de los soldados tragaron saliva mientras que se preparaban psicológicamente para ese momento.

-¡disparen cañones!-

Los cañones que tenían comenzaron a disparar contra el enemigos mientras que los hechiceros comenzaban a salir de la trinchera para correr hacia el enemigo mientras que lanzaban hechizos, contra sus enemigos, claro que a esa distancia no llegarían a golpear nada pero solo era una tapadera para que no vieran lo que de verdad estaban planeando.

Se había programado el inicio de la batalla a esa hora, pero el verdadero ataque había comenzado hacía dos horas antes cuando uno de los soldados había usado una neblina natural como escudo para provocar una ilusión para que pareciera más densa y así el pudiera pasara través del campo de batalla hacia la base enemiga sin ser detectado, el camino tuvo que ser lento ya que si andaba a velocidad este sería descubierto.

La niebla llegó a la base enemiga segundos antes de que Ludo indicara que comience el ataque, cuando está llego a la base enemiga, un convento viejo que en años pasados había sido construido para indicar el sitio exacto de la frontera de ambos países.

Onward 3 : Los cuatro CastillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora