CAPÍTULO 34

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EN LOS TIEMPOS DEL AMORCapítulo 34

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EN LOS TIEMPOS DEL AMOR
Capítulo 34

Podría haber parado fácilmente lo que estaba sucediendo. Una mirada, una palabra, era lo único que habría hecho falta. Pero no dije nada. Cerré los ojos e incline la cabeza, invitando a Robert a seguir con sus besos. Y así lo hizo. De manera extremadamente erótica, sus labios fueron bajando lentamente por mi cuello. Al llegar al hombro, le dio un pequeño mordisco. Un suave gemido escapó de mis labios mientras Robert me rodeaba con los brazos. Mientras un brazo me rodeaba la cadera con firmeza, el otro buscaba mi pecho. Me acarició el pezón con el pulgar haciéndome inclinar hacia atrás. Aquello era lo que deseaba, más que nada. Todas las preocupaciones comenzaron a evaporarse de mi mente.
Además, me recordé a mí misma que estábamos solos. Era perfecto.
Robert me rodeó fuertemente con los brazos y me levantó, colocándome sobre su rodilla mientras él se recostaba en el sofá. Podía sentir su erección caliente presionando mi cuerpo. Sabía que estaba esperando mi reacción, dándome la oportunidad de apartarme. Lenta y deliberadamente, se lamió los labios.

—Bésame —susurre con la voz cargada de deseo.

Igual de lenta y deliberadamente, agachó la cabeza, y el contacto con sus labios desató un auténtico torrente de sensaciones en mi interior. Abrí la boca inmediatamente, pidiendo más, y él regresó con más ímpetu.
Sentía como si pudiera seguir besándolo durante horas. Besos largos en los que por fin tuviera la libertad de explorar su preciosa boca y de sentir su lengua. Pero lentamente fue surgiendo en mi interior la sensación de que aquello no era suficiente. Deseaba más. Me moví inquieta y sentí cómo sus manos comenzaban una exploración más íntima de mi cuerpo. Me desabrochó la bata, dejando mis hombros al descubierto. Le siguieron los finos tirantes del pijama. Levante los brazos y el suave tejido cayó hasta la cintura, revelando mis pechos. Con un gemido, Robert agachó la cabeza y saboreó el pezón más cercano. Chupando y absorbiendo alternativamente, me produjo las sensaciones más exquisitas. Yo lo observaba con los ojos medio cerrados, excitada casi más por la mirada de placer de su rostro.
Deslizó luego los dedos por mi pierna, subiendo poco a poco hasta que mis muslos quedaron al descubierto. Era un tormento tan delicioso que me retorcí y separé las piernas. Finalmente, sentí cómo su mano llegaba al final del muslo y se deslizaba sobre mi zona más húmeda, haciéndome gemir de placer. Aquello era lo que deseaba, más. Mucho más.

—¿Te gusta? —preguntó él con una sonrisa.

«Gustar» no era la palabra. Simplemente me restregué contra su mano. Él obedeció mi orden silenciosa y comenzó a acariciarme rítmicamente. Le devolví la sonrisa y tiré de su cabeza hacia mí, deseando volver a saborearlo y sentir cada parte de su cuerpo. Robert me cubrió la cara de besos, bajando por el cuello hasta llegar de nuevo a los pechos. Regresó a mis labios y repitió la acción varias veces hasta que sentí mi torso ardiendo y gemí de placer, incapaz de moverme, incapaz de hacer nada salvo disfrutar de la deliciosa tortura que eran sus besos. Siguió acariciándome suavemente con los dedos hasta que estuve húmeda y empecé a rotar la pelvis contra su mano.

EN LOS TIEMPOS DEL AMOR (ROBERT DOWNEY JR) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora