20. Acoso

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Marinette

El fin de semana pasó rápido, la comida con mis futuros suegros estuvo bien, ambos son muy amables.

Emily me hizo prometerle que regresaríamos pronto a verla, al parecer Adrien no la visita con frecuencia, ella piensa que yo puedo influir en el comportamiento de Adrien.

La realidad es que nadie puede influir en Adrien, ni siquiera yo.

Por cierto, Adrien ha estado muy raro últimamente, el sábado se fue temprano, dejándome en casa sola, sin avisarme a donde iba, regreso y comimos juntos, se notaba nervioso.

El domingo en la comida lo vi hablando bajo con su padre, supongo que de temas de trabajo, aunque el sr. Agreste me miraba de reojo de una manera extraña.

El lunes y martes no nos vimos, solo recibí mensajes de Adrien, espero verlo hoy.

Mis pensamientos son interrumpidos por una voz conocida, bastante molesta, no puedo evitar hacer gestos una vez que escucho su saludo, afortunadamente la puerta está a espaldas mío y la persona que entra no puede ver mis muecas.

—Marinette, la reina de la fiesta de verano, ¿Cómo estás?—pregunta Félix después de saludarme.

Respiro hondo, debo controlar mi enojo, no puedo hacer una escena en la oficina.

—Ocupada Félix, estoy muy ocupada— le respondo sin levantar la vista de las fotografías que estoy revisando.

Me sorprende su cinismo, después de lo que paso en la fiesta se atreve a venir y hablarme como si nada.

Siento la mano de Félix posarse en mi hombro, puedo soportar que me hable, trabajar con él, incluso ver su cínica sonrisa en las sesiones, pero no puedo soportar que me toque, por lo que con un movimiento brusco retiro su mano de mi cuerpo.

—Félix si no quieres tener problemas no vuelvas a tocarme— le digo amenazándolo mientras me giro para enfrentarlo.

Estas palabras lo toman por sorpresa, haciendo que se aleje un paso de mí, su cara muestra desconcierto, aunque rápidamente recupera su semblante cínico y despreocupado.

—Vaya, la gatita acaba de sacar las uñas— dice sin borrar la sonrisa de su boca mientras se acerca nuevamente a mí.

—No me digas así, no soy ninguna gatita— mi enojo va en aumento, no voy a permitir que me hable de esa manera.

Félix me toma de los hombros, me acorrala contra la mesa alta en la que estaba trabajando, —gatita, deja de hacerte la difícil, sé que te gusto— me dice acercando su cara a la mía.

Me volteo al sentir su aliento tan cerca. —Félix aléjate de mí— le digo tratando de parecer fuerte.

Me toma de la cara y me gira hasta tenerme frente a él, —sé que quieres besarme, sé que te gusto, ¿por qué te resistes tanto?—

—¿Gustarme?, por favor, no digas tonterías, no sé de dónde sacas eso, pero no me gustas, no me interesa besarte—, le digo casi escupiendo las palabras.

Félix me aprieta la cara con cada palabra que sale de mi boca. Presiona sus labios contra los míos y yo mantengo la boca cerrada, tratando de evitar que me invada con su lengua, lo empujo para separarlo de mí, estoy furiosa, —¿QUÉ TE PASA?, ¿QUIÉN CREES QUE ERES PARA HACER ALGO ASÍ?, ¡¡LÁRGATE DE MI OFICINA!!— grito sin importar que alguien me escuche mientras me dirijo hacia la puerta, si él no sale de mi oficina lo haré yo, debo escapar antes de que intente otra cosa.

—¿Dónde crees que vas gatita?— dice él mientras me toma del brazo.

—no vas a salir de aquí, ya te dije, deja de hacerte la difícil, quiero que me des lo mismo que te vi dándole a mi primito— me dice de pronto, no entiendo a qué se refiere, ¿Cómo y donde pudo habernos visto?

Reencuentro (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora