Continuación P2 (+18)

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Tessa.

Los dos estábamos callados disfrutando del momento, sus manos acariciaban la silueta de mi cintura y cadera mientras yo dibujaba cosas sin sentido sobre su pecho. Levante mi vista a su rostro, una pequeña sonrisa se formó en mis labios ¿Qué me estás haciendo? Estoy sintiendo cosas que no podría ni explicar, una emoción que crece dentro de mi vientre hasta mi pecho. Su mirada se enfocó en mí y me regalo una sonrisa, pronto todo ese sentimiento se trasformó uno de preocupación. Era más que obvio que me estaba enamorando de él y tenía miedo a salir lastimada.

— ¿Pasa algo pequeña? —pregunto mirándome

—Creo que tengo que darme una ducha...—dije apenada intentando evitar cualquier pensamiento.

—Mm... aun no pienso dejarte ir...—sonreí al sentirlo subirse sobre mi ¿acaso no fue suficiente lo que acabábamos de hacer? —Piccola... llevo meses queriendo hacerte mía, ¿crees que te dejare libre ahora?

—Pero tenemos que bajar—dije mirándolo.

—No... no tenemos —comenzó a besar mi cuello y acariciar mi cuerpo, sus besos fueron bajando hasta mis senos, solté un suspiro de placer, mis manos acariciaron su cabello mientras presionaba un poco para que siguiera con lo que estaba haciendo, solo me deje llevar. Sus labios fueron bajando hasta mis muslos, su lengua comenzó a recorrer la parte interna de ellos y pude descifrar lo que estaba por hacer. No me dio tiempo de protestar cuando sentí su lengua sobre mi feminidad, arquee mi espalda, dejando caer mi cabeza hacia atrás y suspirando de placer. Succionaba y mordía despacio, los movimientos de su lengua me harían llegar más rápido de lo que pensaba.

—Mik—gemí, pegando aún más su rostro a mi feminidad. Como si supiera lo que estaba a punto de pasar, hundió un dedo dentro de mí y comenzó a moverlo mientras su lengua seguía haciendo presión en mi clítoris, sus movimientos eran más rápidos, gemí aún más fuerte al sentirme cerca, era como si viera fuegos artificiales, mi cuerpo comenzó a temblar arrastrándome en una ola de completo placer, solté un pequeño jadeo y comencé a temblar de los espasmos que mi cuerpo sentía.

Michele

Probarla había sido lo más delicioso, escucharla gemir, retorcerse de placer, toda ella era perfecta. Ninguna de mis amantes me había dado tanto placer jamás. Ella lo tenía todo, su inocencia trasformada en pasión, me excitaban con locura. Sentía la necesidad de estar dentro de ella... llevaba días sin tener una erección y Tessa lograba ponerme duro con tan solo verla en segundos.

No me moleste por usar protección ya que sabía que Tessa utilizaba la inyección mensual, ¿Cómo lo supe? Nada que mi investigador no pudiera conseguir sobornando algunas personas. No quería volver a ser padre ni con Tessa, ni con cualquier otra mujer, Bruno y Marcus eran suficiente. Antes moría por ser padre y tener 5 hijos, después de lo que paso con Irina no me apetecía tener más, no fuera del matrimonio, mi creencia respecto a ese tema era algo tradicional.

No quería dejarla ir, Tessa se estaba volviendo una adicción, que me estaba encantando, verla aquí debajo de mi temblando a causa de un orgasmo me provocaba follarla duro. Su cuerpo aún estaba sensible, cualquier rose y la hacía temblar, bese sus labios mientras que con ayuda de mi mano derecha tomaba mi polla para hundirme en ella. Cerré mis ojos cuando estuve completamente dentro, espere un momento y después comencé con los movimientos duros y profundos, los dos callábamos nuestros gemidos en besos cargado de pasión, su lengua jugaba con mi cuello y sus uñas arañaban mi espalda, incitándome a moverme aún más profundo, el sonido de nuestros cuerpos chocar se escuchaba por toda la habitación. Con un ágil movimiento y sin salir de ella, la puse sobre mí, ella se quedó un poco desconcertada así que la ayude comenzando a mover sus caderas de arriba abajo mis movimientos eran rápidos y la presión de mis dedos en su cadera hacía que su piel se pusiera algo roja, sus manos se pusieron sobre mi pecho y ella sola comenzó a tomar su ritmo, le sonreí al darme cuenta que ya sabía cómo moverse, le di una nalgada y apreté su apetecible trasero, ella me regalo un puchero, excitándome aún más con su inocencia. Sus movimientos se detuvieron y me miro con malicia, comenzó a mover sus caderas lentamente en círculos, apretando fuertemente en su interior mi polla, parecía como si estuviera dando pequeños mordiscos, me estaba matando.

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