Capítulo Trece ||Bendita enemiga||

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Claire

⎯⎯Jesús, haz que Dios me escuche. Te lo ruego como fiel creyente de tu padre y su sierva. Permite que Nathan y Josh se recuperen. También pido por Leyla. Ella no me agrada, aun así, no dejes que nada malo le pase. Sé que, si algo le llegara a pasar, Josh jamás se lo perdonaría y no volvería a ser el mismo. No quiero eso. Por favor, escucha mis plegarias. Amén.

⎯⎯Jamás pensé escuchar que rezaras por la única persona que no soportas de los siete mundos.

⎯⎯No puedo ser egoísta ante el dolor de alguien más ⎯⎯le respondió Claire a su amiga, girándose para encontrarla en uno de los asientos que usaban los estudiantes de la Academia Lizbeth cada vez que querían conectarse con Dios o para las misas ⎯⎯. Gracias por acompañarme, Kate, de verdad necesitaba venir a este lugar. Siempre me trae paz.

Claire se levantó del suelo dejando a la escultura de cristo crucificado atrás, a quien hace unos segundos le rezaba. Caminó hasta sentarse junto a su amiga Kate y recostarse sobre su hombro. La muchacha de ojos violeta la abrazó sin dejar de contemplar hacia la representación de Jesús.

⎯⎯No entiendo por qué tienen la figura de un hombre sufriendo en un lugar que debería dar esperanza. Eso es todo lo contrario.

Miró la cara de Jesús, su cuerpo y la cruz. Era cierto, su rostro denotaba dolor, pero este no era físico, sino espiritual, porque el sitio donde estaba clavado simbolizaba los pecados que él cargaba, sin que estos fueran suyos. Sin embargo, si se veía con mayor detalle, podía apreciarse cierta paz en su expresión y figura tallada, como si el hacerse cargo del pecado cometido trajera la redención y el perdón que tanto buscaba para las personas que él amaba.

Se acomodó sin deshacer el abrazo: ⎯⎯Porque representa el amor, la redención y nos recuerda que somos seres pecadoras, y el verdadero perdón se trae cuando el arrepentimiento viene del alma.

⎯⎯Esa es la respuesta que me hubiera dado tu madre, Claire. No me digas que no es así. Fui a una misa con tu familia. Jamás volveré a ir, por cierto.

Claire volvió a observar la figura, ¿qué representaba para ella? ¿Pensaba realmente eso? No lo sabía, eso es lo que le han dicho toda la vida y jamás se atrevió a cuestionarlo, sólo lo aceptó como real.

⎯⎯Pues pienso igual que mi madre.

⎯⎯Okey, lo dejaré pasar por ahora ⎯⎯se separó de Claire para verla ⎯⎯, pero cuando llegue el momento quiero escuchar tú respuesta, no la de tu madre, que esa mujer me da miedo y no quiero que termines como ella. Por ahora vamos a saludar a los bendecidos por tus rezos, que comenzó el horario de visitas. De seguro tu enamorado y amigo están despiertos. No diría lo mismo de tu bendita enemiga.

⎯⎯No es mi enemiga ⎯⎯ se quejó poniéndose de pie.

⎯⎯Entonces no la trates como si lo fuera cada vez que la ves.

Claire se quedó quieta y Kate pasó a su lado, saliendo del cuarto. La rubia observó por última vez la representación de Cristo crucificado y salió junto a su amiga.

***

Abrió la puerta de la enfermería y al entrar sólo se encontró con los tres adolescentes recostados en sus camas, puesto que al ser inicios del nuevo semestre escolar no había estudiantes que se encontraran heridos o enfermos aún, o eso suponía Claire. También podía deberse al miedo que infundía en el alumnado saber que Leyla, el ser más poderoso que jamás haya tenido la Academia Lizbeth, se encontrara maltrecha en una camilla. Algo nunca visto. Porque tienen pánico de advertir a la mismísima representación de la fuerza y el poder como si fuese un ser mortal al igual que todos ellos, y nadie quiere reconocer que a quien idolatran no es tan perfecto como creían ya que acabaría destruyendo sus esperanzas. Es más, un ser sin esperanza es un ser vacío.

Luz de Luna [Virtus Lapidi #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora