Luz de Luna [Virtus Lapidi #1] ✓

Capítulo Treinta y cinco ||Primer día de misión para Claire y Nathan||

Nathan

Aún sentía los estragos internos por haber atravesado aquel portal para llegar a la ciudad donde llevarían a cabo su misión. Se sentía como si lo acabaran de sacar de la centrifugadora.

Nathan se encontraba sentado en uno de los modestos sofás de color verde del pequeño hostal que contaba con unos tres pisos solamente con una decoración que daba la sensación de estar en una casa antigua con un ambiente cálido dado por las bombillas que desprendían una luz media amarillenta, mientras Claire pedía dos cuartos contiguos. De vez en cuando su amiga se daba vuelta, lo veía y le sonreía, a lo que Nathan le respondía con otra sonrisa. Estaba seguro que algo le estaba ocurriendo; la conocía lo suficiente como para saber que se encontraba nerviosa, además, su aura estaba dispersa y no dejaba de oscilar.  No sabía la razón de su nerviosismo, pero no deseaba presionarla, porque conociéndola, de seguro evitaría hablarle del tema a toda costa, poniéndose aún más nerviosa, generando nerviosismo en él.

Claire se acercó con una radiante sonrisa una vez terminó de hablar con un chico unos años menor a ellos, de un cabello naturalmente verdoso, ojos café y en aparente crecimiento puberal, y le entregó una llave, la cual tenía un papel forrado de plástico, lo que suponía que era el llavero, con un LVII hecho con plumón. Sonrió, pensando en que aquello no era tan distinto a como en su hogar en Terra.

⎯⎯ Tu cuarto es el 57 y el mío el 56 ⎯⎯  explicó ⎯⎯ . Es sorprendente lo que pueden hacer los encantos femeninos ⎯⎯  le dijo sonriendo, para luego pestañear con frenesí.

Nathan observó al sujeto en la recepción, quien no dejaba de ver a Claire quien fingía no notarlo, mientras el aura de ella se movía con nerviosismo o molestia y la de él, de un color café oscuro semejante a la madera con la que estaba construida el hostal, se movía hacia la de Claire como si quisiera atraparla.

Por una parte le molestaba que ella dijera cosas así con tanta soltura, como si las mujeres sólo pudieran conseguir cosas a través de su "encanto", y por otro lado le fastidiaba que hombres vieran de esa forma tan intensa y desagradable a mujeres como su amiga, como si fueran un objeto que decidieran poseer pero al saber que no pueden las acosan con sus ojos de tal forma que pareciera que en cualquier momento aparecerían a un lado de ellas para sólo respirar su mismo aire. Además, al ser hombre y conocer a los suyos entendía que esa mirada no era un simple "uy, que linda". El muchacho, al notar que Nathan no dejaba de verlo y lo descubrió prácticamente devorándose a la rubia junto a él, dejó de verla para leer un libro que se encontraba en el mesón. Otra cosa que le molestaba era saber que un hombre sólo dejaría de acosar a una mujer porque otro hombre como él lo encontró haciéndolo, como si no valiera la incomodidad de ellas para detenerse.

⎯⎯ Vamos ⎯⎯  se puso de pie y guardó la llave de su cuarto en el bolsillo trasero de su pantalón, dejando que Claire se adelantara y mandándole una mirada amenazante al chico de recepción ⎯⎯ . Aún tenemos mucho que hacer.

***

Después de haberse instalado en el cuarto que había alquilado, ⎯⎯  con el dinero de Claire, pues él no tenía ⎯⎯  por dos noches, decidieron ir a la dirección que mostraba el folleto de la misión. Caminaron hacia el puerto y cada vez que se acercaban el olor a mariscos, las gaviotas, los gatos, los gritos de los vendedores y los pesqueros, además del ruido de las olas golpeando la orilla meciendo los barcos de pesca, se hacían cada vez más nítidos. La nostalgia volvió a invadir a Nathan. Todo le parecía tan parecido a su mundo, a excepción de las personas y los poderes o "habilidades" que estas tenían.

⎯⎯ Que huele mal aquí ⎯⎯  dijo Claire, sin dejar de taparse la boca y nariz con su mano derecha.

Ambos caminaron hacia la pequeña tienda de mariscos que era atendida por una mujer obesa de color púrpura y ojos de reptil. Nathan no podía dejar de mirarla, la impresión lo tenía observando perplejo cómo los ojos de esa mujer pestañeaban lateralmente. Hizo un gran esfuerzo por disimular su conmoción.