Capítulo 18 - Impaciencia.

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 You YuMo bajó y desvió su mirada

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You YuMo bajó y desvió su mirada. No podía observar el rostro de la reina cuando ni él mismo sabía a qué se refería. Era la primera vez que veía a esa mujer, ¿cómo podía saber sus movimientos o intenciones? Además, nunca había robado algo que no fueran duraznos, ¿acaso esto era alguna especie de karma? Dudó por dentro. «¿Sabe todo lo que he hecho? ¿A qué se refiere? ¿Habla de intentar entrar en el subterráneo? Espera... ¿Qué cosa se supone que tengo que no me pertenece? ¿Qué le dijo el viejo?».

—¿A qué se refiere cuando dice que tengo algo que no me pertenece? No lo entiendo, ¿no se está equivocando de persona? —dijo al fin.

Los ojos casi de color púrpura de la reina se entrecerraron. Intentó mantener la calma mientras cepillaba su rizado y largo cabello castaño, presumiendo varios adornos al mismo tiempo.

—No deberías hacerte el tonto conmigo. En primer lugar, esto te pasa por meter tus narices donde no deberías. Habiendo hecho algo tan grande, ¿cómo es que no recuerdas?

La presión en el pecho de You YuMo lo devoraba hasta el alma. El muchacho frunció el ceño y volteó hacia ella, con esfuerzo, se puso de pie con más firmeza, puesto que quería ver su expresión de manera adecuada. Las palabras de Tian LanMei eran genuinas, no parecía mentir, mas él sabía que se equivocaba. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo.

Tian LanMei volvió a abrir sus ojos y los rodó con sumo desagrado.

—Dime, Duan Chou, ¿por qué entraste en ese pozo hace un rato? ¿Cómo fue que pudiste acceder? Solo hay una explicación para esto, tú tienes algo que te permitió hacerlo. ¿Sabías que esa roca tiene una barrera para los humanos? Si pudiste abrirla con tanta facilidad, tienes lo que te robaste en la montaña Jiazhi. Devuélvelo.

—Ya lo he dicho antes. —You YuMo chasqueó la lengua—. Yo sentí una energía amenazadora desde muy lejos, y si la energía fue provocada por una de esas criaturas horrendas, o por una bestia como la de Jiazhi, toda la capital y palacio Tian correrían peligro. Me apresuré e intenté seguirla, pero, como dije ya muchas veces, me dirigí hacia la zona porque me preocupaba. No había otras intenciones. No tengo nada en mis manos que le pertenezca.

 No tengo nada en mis manos que le pertenezca

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Espadas del Cielo 《Tiānkōng Zhī Jiàn》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora