Capítulo 27 - Hermana.

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 El sol aún no salía por completo, el color del cielo era una mezcla de rosas, azules y grises mezclados entre sí

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El sol aún no salía por completo, el color del cielo era una mezcla de rosas, azules y grises mezclados entre sí. Tian LiuYun había ordenado una reunión urgente en su salón personal, este era un lugar especial y en notoriedad más grande de lo normal, más decorado y lujoso; él era el rey después de todo. Pero el salón estaba de todos modos dentro del mismo siheyuan, es decir, donde se encontraban todos. Aquel sitio era llamado "casas de soldados".

Yi Hen, Chang Gao, Bai GuangXuan, Ti ChenYing, Ti WuChang y Feng Baoshi fueron a esa reunión. Resultaba que Yue Jin había regresado con algo importante, o más bien, como había dicho él con sus propias palabras, "algo urgente para ver".

Para esas horas, ya estaban juntos en el gran salón del rey, ansiosos por ver lo que el "cultivador enfocado en hechizos", como era conocido, tenía para mostrarles.

El hombre de cabello azul oscuro había llegado montando, y sobre su corcel traía a una persona con el rostro cubierto en su totalidad por una bolsa de tela.

Tian LiuYun pronunció:

—¿Qué traes aquí? ¿Dónde está el arquero que viajó contigo?

Yue Jin bajó del caballo con elegancia, sin embargo, su invitado no había movido ni un dedo.

—Zhi Jian decidió quedarse en Tian. No me dijo la razón —respondió, bajando a la persona que traía con él, luego, con un movimiento ligero, le quitó la bolsa que cubría su rostro—. Esta persona podrá resolver más dudas que yo.

El rostro de Tian LiuYun se transformó de inmediato. Esa cara, esos ojos. Ella, era la mujer que odiaba.

Habían pasado tantos años desde que no la veía. Tanto tiempo sin soportar sus insultos, de no necesitar cuidar sus palabras por miedo a castigos, que al verla ahora en ese estado, ¿se sentía quizás un poco satisfecho? ¿O quizás era solo la rabia acumulada con el paso del tiempo? No importaba en realidad cuál era el sentimiento, no pudo transmitir ninguna expresión más que la de sorpresa.

—¡¿Tian LanMei?! ¡¿Hermana?! —exclamó él.

La mujer sopló para quitar un cabello que se atravesaba en su visión y lo miró, desconforme. Sus elegantes ropas ya no eran pulcras y hermosas, sino que estaban llenas de suciedad y rotosas, no se parecía en nada a la Tian LanMei que Tian LiuYun conocía, aquella dama delicada parecía haber quedado atrás.

—Cállate, no me llames así —gruñó entre dientes—. No tengo nada que ver contigo o con alguno de tus hermanos —contestó, asqueada.

—Por mala fortuna, compartimos sangre, hermana. Es algo que jamás podrás quitar, aunque mueras.

La anciana hizo un tic con sus cejas y chasqueó la lengua.

—De verdad te aborrezco, tú y tus hermanos han arruinado la vida de Tian Huo. Han arruinado nuestro futuro desde el momento en el que llegaron al palacio.

Espadas del Cielo 《Tiānkōng Zhī Jiàn》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora