Capítulo 34 - Locura.

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 La misma tarde en la que Wu ShuangJue se hundió en el estanque junto a FengHuang:

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La misma tarde en la que Wu ShuangJue se hundió en el estanque junto a FengHuang:

En el reino Yun, la batalla continuaba, sedienta de sangre, implacable en su búsqueda de más víctimas. Los fuertes pasos e incesantes gritos se escuchaban a varios li de distancia; los pueblos cercanos temblaban, mientras sus habitantes rezaban para conservar sus familias y sus posesiones.

En ese preciso momento de la pelea, Yi Hen luchaba junto a Feng Baoshi, sin embargo, su energía estaba agotada debido al hechizo: "curación provisoria hasta el final del tiempo". Por suerte, no muy lejos de él, Wen ShanShui logró notar que su hermano no estaba bien. Corrió hacia él, cortando a cada enemigo que se cruzara en su camino, como si fueran arbustos molestos que se atravesaban en su paso.

—¡Yi Hen! —lo llamó.

—¿Qué demonios haces? —Los ojos de Yi Hen estaban casi hundidos, su piel estaba demasiado pálida para ser normal, sus brazos parecían temblar. Era claro que no estaba del todo bien.

Wen ShanShui no respondió, tan solo colocó su mano en la espalda de su hermano. Desde allí, una luz blanca azulada salió para entregar energía espiritual.

—¡Vas a necesitarla también! ¿Qué haces? —se preocupó Yi Hen.

—Tú... también la necesitas, toma algo más de ella.

Wen ShanShui entregó más energía. Era una cantidad considerable, pero no era mucho para alguien como él. Además, su estado era óptimo, había recuperado su cuerpo, mente y energía; todo gracias a los cuidados de su hermano, si ahora no le devolvía el favor, ¿cómo podría seguir luchando a su lado?

Yi Hen no habló más, esperó paciente a recibir esa energía, después de todo, si no la aceptaba, moriría más rápido y no era para nada el momento de morir. No él, no ahora.

Cuando Wen ShanShui acabó de entregar su poder, analizó el pulso espiritual de Yi Hen, con ella también notó la gran herida en el pecho de su hermano. Sus pupilas se contrajeron hasta casi dejar dos pequeños puntos negros en sus ojos, de inmediato, entendió lo que estaba pasando. ¿Cómo no estaba sangrando una herida como esa?

¿Cómo que aún se estaba moviendo con tanta agilidad?

—Yi Hen... tú...

—No importa, no pienso morir. Prometí que me cuidaría, ¿no es así?

Poco a poco, el hombre de cabello negro dejó de tocar la espalda de su hermano, apretó el agarre de su espada hasta que sus nudillos quedaron blancos, como era natural, sabía lo que Yi Hen había hecho, no estaba para nada de acuerdo, aunque en parte podía comprender su situación. No contestó, pero se alegró de haber pasado más energía de la que prestaría. Ahora era tiempo de continuar, esa herida soportaría siempre y cuando hubiera energía en Yi Hen, Wen ShanShui ahora, consciente de eso, estaría más alerta de su hermano.

Espadas del Cielo 《Tiānkōng Zhī Jiàn》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora