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You YuMo, un chico sin muchas preocupaciones y proveniente de una aldea remota, ve como su vida da un giro completo al cruzar su camino con Wen ShanShui, un maestro reconocido y respetado de la Academia del Palacio Tian. Desde...
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Era un lugar muy tranquilo, sintió una gran comodidad bajo su cuerpo que lo extrañó muchísimo, por alguna razón, parecía que hacía mucho que no disfrutaba de algo como eso. Estaba sobre un colchón tan suave y blando que le dio la sensación de estar flotando en un mar de nubes. Percibió el cantar de las aves y la delicada ráfaga de viento tibia que ingresaba desde algún sitio. Tenía tanta tranquilidad en su corazón, mente y cuerpo que no parecía real.
¿Cuánto tiempo había estado ahí? No recordaba muy bien la última vez que se había sentido tan bien físicamente. Sus heridas casi no dolían, la energía espiritual estaba quizás al 50% de recuperación. Abrió los ojos con pereza, aunque claro, la luz lo encandiló de inmediato; era como si hubiese estado horas en una oscura cueva y por fin salía a ver la luz del sol. Aun así, intentó abrirlos un poco más. Justo frente a él, otro muchacho de ojos esmeralda también despertaba. Ambos, en silencio, se miraron un par de segundos. Wen ShanShui estiró su brazo y tocó el rostro del joven, como si creyera que lo que veía no era real.
El joven rubio realizó el mismo gesto, acarició la pálida mejilla ajena, confundido.
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—¿Es un sueño? —preguntó You YuMo.
—Yo podría suponer que sí, pero no estoy seguro —contestó Wen ShanShui, con su voz un poco ronca.
You YuMo sonrió con calidez, con esa sonrisa amigable y tierna que lo caracterizaba.
—Se siente bastante real —susurró—. ¿Dónde estamos?
—No lo sé, yo también me desmayé —respondió Wen ShanShui, sin dejar de ahuecar la mejilla de su discípulo.
—¿Es así?
En el preciso instante en el que You YuMo terminó la oración, alguien entró por la puerta corrediza. Era una persona conocida la que había ingresado, una que no tuvo el más mínimo tacto de tocar o de preguntar. Bueno, hacía ya un tiempo que entraba y salía a gusto, ¿por qué tocaría la puerta ahora?
Sorprendido por la maravillosa escena ante sus ojos, sonrió de oreja a oreja.
—¡Por fin despiertan! ¡Gracias, dioses de este mundo y los que no conozco!—Yi Hen corrió hacia ellos, casi lanzándose encima de ambos.
