CAPÍTULO 29 "Negociación-tristeza"

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Segunda Temporada

- ¡ME LLEVA AL DEMONIO QUE ME TENGAN CON VUELTAS CARAJO! - grité.

- Lo siento mucho - murmuró.

- ¡NO!... ¡NO DIGA ESO POR FAVOR! - miré airado para luego pausar, tomar aire cerrar los ojos, y fingir tranquilidad - Aver... Solo quiero... Ver a mi madre - expliqué moviendo las manos.

- Mariano por favor comprende - insistió. Cometió un error al decir aquello.

  Lo tomé de la solapa del delantal y lo acerqué hacia mí con la furia en la sangre. Noté su miedo en el rostro de cuello corto que había puesto ante mi reacción mirándome con los ojos café abiertos. Los pacientes que se encontraban en esa habitación se asustaron y llamaron a seguridad, y la niña, ésta no paraba de llorar. La madre gritaba pero no entendí que decía.

- ¡NO MIENTA MÁS Y DÍGAME DÓNDE ESTÁ MI MADRE! - grité soltandolo bruscamente.

- ¡Entiende por favor! - se defendió.

- ¡NECESITO VERLA! - continué sobresaltado.

- Podemos ir ahora... después de que termine con unos pacientes... debes aceptar la verdad Mariano - respiró agitado, mirándome fijamente.

- ¡ENTONCES!... DÍGAME ¡¿DÓNDE ESTÁ?!...¡CARAJO! - grité y tiré una mesita.

- sé que no lo aceptas aún... Pero lamento no decirte lo contrario - asintió y mantuvo postura. Ante mi reacción los niños y la mujer gritaron al unisono.

- ¡CÁLMATE! - gritó alguien detrás mío.

En eso entré en si y miré incómodo todo el lugar de modo que los niños me miraban despavoridos a consecuencia de lo sucedido, mientras los miré un poco más sosegado y percatado por cómo me miraban sentados desde la cama.
Todos tenían la mirada atenta a mí asustados y esperando otra reacción para actuar a lo que con la respiración agitada me quedé mirándolos por unos segundos tratando de recapacitar y analizar todo el berrinche que había hecho, por no aceptar la pérdida de mi madre. Fingir el dolor no iba a cambiar las cosas, mi madre había muerto y yo aún no lo aceptaba. Me había comportado como un total idiota.
Guardias y enfermeras aparecieron por la puerta como si fueran a atrapar un león que se había salido de su jaula, todos muy dramáticos y yo solo quería ver viva a mi madre entonces me tomaron de los brazos mientras les pedía por favor que me soltaran de lo contrario éstos no obedecían a mis pedidos, rápidamente me sacaron de ahí a los gritos y me llevaron a otra habitación sentándome en al parecer una silla la cuál pude soltarme de ellos en un descuido y salír corriendo al gritar el nombre de Valentina con las venas de mi cuello hinchadas mirando para todos lados, aunque no logré nada, igual me agarraron. El hospital tenía muchos enfermos y enfermeras deambulando cerca, no podía escapar de alguno de los uniformados.

- ¡Por favor! ¡no he hecho nada, déjenme ir! - suplique.

- Tranquilo... tranquilo, debes cálmarte - la voz femenina intentaba tranquilizarme.

- ¡No quiero tranquilizarme quiero irme!...¡les pido disculpas!, ¡No lo volveré a hacer se los juro! - conjure forcejeando desesperado.

A pesar de eso éstos aún no escuchaban mis palabras, respiraba agitado y necesitaba ver a Valentina. Quería pedirle disculpas por lo que le había dicho y por como la había tratado, quería ir y abrazarla en cambio éstos no me dejaban, solo entre tantos "Déjenme" y forcejeos sentí un leve dolor en mi brazo izquierdo y en tan solo siete segundos ya no podía escuchar nada ni tampoco verlos, la mirada se empezó a nublar hasta que todo se tornó negro con la intención de luego no sentir absolutamente nada.
Al despertar, el perfume de Valentina invadía la habitación también sentí su respiración profunda, escuchaba cada movimiento es decir estaba conciente pero aún no hacía por abrir los ojos. Ella estaba ahí a primera vista sentada al lado de la cama leyendo un libro que en cuanto se había dado cuenta que la estaba mirando, lo soltó para dejarlo en la mesita y dejarme un beso en la mejilla.

DIME QUE SOY UN PSICÓPATA© ✔️[Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora