CAPÍTULO 22

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EZRA

El domingo había llegado y hoy vendría a comer Sarahí a casa de mis padres, finalmente conocería a mis padres y aunque pudiera parecer una invitación común y corriente, se que mamá lo ha hecho con otro propósito.
Estoy algo nervioso por lo que pueda suceder, se que a partir de hoy se marcará una diferencia pero tengo fe en Sarahí.
Después de ayudar en casa con los preparativos para la comida, me doy un baño rápido para después ponerme un pantalón de mezclilla con una playera polo negra, le envío un mensaje a mi primo y este tarda quince minutos en llegar, me subo a su taxi para ir en busca de Sarahí, ella quería venirse sola en su motocicleta pero quería ser yo quien pasará a recogerla a casa de mi primo.

Cuando llegamos a la casa la puerta se abre y Sarahí aparece detrás de esta, ella lleva un simple vestido blanco que la hace lucir inofensiva e inocente pero se más que nadie que ella no es así.

—¿Quieres dar una buena impresión acaso?

Ella parece demasiado nerviosa lo se por la manera en como juega con su cabello —nunca antes había ido a la casa de los padres de mis novios o sea lo que somos tú y yo.

Entendía su punto habíamos decidido ver si podíamos ser algo más que compañeros de trabajo pero jamás habíamos aclarado en que punto estábamos y era claro que novios aún no éramos, a pesar de que cuando estuvimos fuera le había planteado la idea de serlo pero creo que ella pensó que solo sería durante esos días. Lo que no podía creer es que ni siquiera haya conocido a los padres de Darío.

—¿Ni siquiera a los de Darío?

Ella niega con la cabeza —Sus padres nunca tuvieron ningún interés en conocerme.

Asiento con la cabeza y la acompaño al taxi de mi primo, Isaí me avienta las llaves y las atrapo en el aire —sin ningún rasguño —le sonríe a Sarahí— suerte preciosa.

Aunque se lo dijo a ella sabía que esas palabras eran más bien para mí.
Hace 3 años había tenido una novia de la cual estaba sumamente enamorado pero todo terminó cuando la llevé a casa de mis padres, la relación se fue a pique en cuestión de días a tal punto que ya no podíamos vernos ni en pintura.

El camino hacia mi casa fue silencioso
pero para nada incómodo, era obvio que ambos estábamos sumamente nerviosos por lo que podría suceder.

Al llegar a casa mis padres ya estaban en la sala esperándonos, tome a Sarahí de la mano y me di cuenta que estaba sumamente nerviosa, su mano estaba sudando y podía sentir un pequeño temblor en ella, al entrar a la estancia ella apreto más mi mano por lo que le sonreí para tranquilizarla un poco.

Mi padre se puso de pie y se acerco hasta nosotros —bienvenida, mi nombre es Alfredo y ella es mi esposa Cielo.

Sarahí solto mi mano para después estrechar la de mi padre y después se dirigió hasta donde mi madre se encontraba sentada —mucho gusto.

—¿Porqué no acompañas a tu madre y a tu novia al comedor? —mi padre palmeó mi hombro y se fue en dirección a la cocina.

Mi madre se puso de pie y le sonrío a Sarahí —tomen asiento ustedes dos en lo que tú padre y yo servimos la comida.

—¿Necesitan ayuda? —dijo Sarahí algo nerviosa.

Mi madre negó con la cabeza y la vi marcharse, pude notar el esfuerzo enorme que estaba haciendo mamá pero no creo que pueda lograr mantenerse serena hasta que termine la comida.

—Creo que tú madre me odia.

Negué con la cabeza y la abrace —es algo reservada solamente —me separo de ella y le doy un beso en la frente— si todo sale bien esta tarde tal vez deberíamos hablar y dejar claro lo que somos —ella asiente con su cabeza y vuelvo a tomar su mano para entrelazarla con la mía.

Viveza adoración (Saga #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora