CAPÍTULO 35

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SARAHÍ

Hace tres días que salí de la Paz, fue todo un reto volverme a subir a la moto pero era algo que tenía que hacer, decidí viajar en moto a la ciudad de Guadalajara, con la única finalidad de buscar a Ezra e incluso le dije a Edric que le dijera que yo estaba saliendo con Darío para poderlo sorprender pero al parecer la sorprendida fuí yo. Ezra está abrazando a una muchacha justo fuera de su casa, mi corazón comienza a latir rápidamente y mi conciencia me dice que llegue muy tarde.
De pronto su mirada conecta con la mía y no estoy lista para ser rechazada así que me coloco el casco lo más rápido que puedo y enciendo el motor pero Ezra llega hasta mi y se coloca justo frente a la motocicleta y sujeta los manubrios de está.

—¿A dónde vas princesa?

Mi corazón se acelera con tan solo escuchar ese cursi apodo que me puso desde el momento en que nos conocimos y en vista de que no se piensa apartar de mi camino decido apagar el motor para después quitarme el casco.

—Lamento si interrumpí algo —suelto de manera despectiva y señaló con la cabeza en dirección donde esta la joven e Isaí, tengo que admitir que es muy hermosa.

Ezra gira un poco su cabeza para ver hacia atrás y después asiente con la cabeza —ellos ya se van —suelta uno de los manubrios y me señala—, pero tú y yo tenemos mucho que hablar.

—Creo que hace meses ya se dijo todo lo que se tenía que decir, además solo vine para saber cómo estás —Ezra endurece sus facciones y parece afectarle mis palabras pero eso no me importa ya que nunca en mi vida me había sentido tan celosa como ahora, detrás de Isaí y la que supongo es la nueva novia de Ezra aparece su madre que me saluda con la mano y como no soy ninguna grosera le devuelvo el saludo.

La veo jalar a Isaí y a la chica hacia adentro pero está se rehúsa hasta que la madre de Ezra le da un manazo en el brazo y ella le grita —¡Tía!

Al final los tres entran a la casa y yo me siento una estúpida por haber sacado deducciones aceleradas y haber lastimado una vez más a Ezra.

—Tienes razón, pensé que tú venías a algo más —él finalmente suelta los manubrios de la motocicleta y en su rostro puedo ver la decepción.

Rápidamente me bajo de la moto y camino hacia a él —lo siento tanto.

Él asiente con la cabeza —esta bien, creo que ambos necesitamos tener un cierre para ser felices.

Me doy cuenta que si no digo algo ahora lo perderé para siempre pero las palabras siguen atoradas en mi garganta así que decido hacer otra cosa, tomo su rostro entre mis manos y él se sorprende ante mi acción, cierro el espacio entre nosotros y lo beso, parece que él aún sigue en estado de shock pero justo cuando pienso separar mis labios de los de él, su mano se presiona en mi espalda baja y pega aún más nuestros cuerpos, su otra mano la ubica en mi nuca y comienza a besarme, nuestro beso expresa todo lo que nos hicimos falta y cuánto añorabamos por estar una vez más así.
¿Quién diría que por un descuido conocería al verdadero amor de mi vida?
Nuestro beso se hace más exigente así que ambos nos separamos sin que él deje tenerme entre sus brazos —perdoname por nunca haberte dicho que te amo.

No puedo evitar reírme porque se supone que yo iba a decir exactamente esas mismas palabras —me robaste las palabras de la boca.

Él sonríe ampliamente y acaricia mi mejilla —te extrañé tanto mi princesa.

Me abrazo a su cintura y recargo mi mejilla en su pecho justo mi lugar favorito dónde puedo escuchar su corazón latir —y yo a ti.

—Hay mucho de lo que tenemos que hablar.

—Lo sé —separo mi cabeza de su pecho— ¿Quieres ir al hotel donde me estoy quedando para hablar?

Él sonríe de manera pícara —de acuerdo pero solo hablaremos.

Me subo a la motocicleta y le entrego el casco extra que siempre cargo para después ponerme el mío, él se pone el casco y se coloca detrás de mi, enciendo la moto y me pongo en marcha rumbo al hotel, media hora después llegamos al hotel y ambos coincidimos en que lo mejor será hablar en mi habitación para que nadie nos interrumpa.

Al llegar a mi habitación está parece pequeña ahora que Ezra está aquí, él parece observar la habitación y después fija su vista en mi —al demonio todo.

Él se acerca rápidamente a mi y me estrecha entre sus brazos y captura mis labios con los míos, su forma de besarme es ardiente tanto que soy yo quien comienza a subir su playera, nos separamos breves segundos solo para quitársela y después volvemos a besarnos con desesperación, como si lleváramos toda una vida sin vernos, comienzo a desabrochar su pantalón y él me hace caminar hacia atrás hasta que mis piernas chocan con el colchón y me hace recostarme en él.
Su boca de pronto deja la mía y comienza a besar mi cuello, comienza a dejar un camino de besos a lo largo de este hasta llegar al inicio de mis pechos, él me ayuda a quitarme la blusa y continua con su trabajo de enloquecerme con sus besos, comienzo acariciar su espalda y puedo notar su músculos contraerse ante mi tacto.

—No sabes cuántas noches soñé con este momento —dice con voz enronquecida y llena de deseo.

—Yo soñé con volver a estar así entre tus brazos.

Ezra vuelve a besar mis labios mientras que con una de sus manos comienza a masajear ni seno derecho, me pierdo en la sensación que sus besos provocan en mí, en mi cuerpo y es que este reacciona a cada una de sus caricias como si efectivamente él fuera mi otra mitad.
Ezra deja de besarme y comienza a besar uno de mis pezones sobre la tela del sostén y aún así puedo sentir el calor que despide su boca, sus besos comienzan a descender poco a poco hasta que su boca llega a la pretina de mi pantalón, él desabrocha el botón para después bajar el cierre y quitarme el pantalón de un jalón, ahora comienza a besar uno de mis tobillos y comienza a dejar un camino de besos hasta llegar a mi entrepierna.

—Se que te estás tomando tú tiempo pero ambos sabemos que tenemos tiempo sin sexo así porque no mejor te quitas los pantalones y me haces el amor de una vez por todas.

Ezra comienza a reírse mientras comienza hacer lo que le dije —yo solo quería amarte lentamente.

—Tenemos mucho tiempo para eso.

Él se quita el boxer mientras que yo hago lo mismo con mis pantaletas, de pronto él parece preocupado por algo —¿Qué ocurre?

—No traigo condones.

Niego con la cabeza y me pongo de pie para ir hacia mi maleta de dónde saco un paquete y se los aviento —tú  a mi no me vuelves a embarazar.

Me regala una sonrisa triste y abre uno de los preservativos para después colocarselo lentamente —algún día lo haré pero no será pronto.

Me acerco a él y lo hago sentarse sobre la cama para después colocarme sobre él —eso espero porque quiero tener mucho sexo antes de eso.

Me dejó caer lentamente sobre su erección y un pequeño gemido se escapa de mi boca, cuando su pene logra estar dentro de mi, comienzo a cabalgarlo lentamente mientras que él retira mi sostén y comienza a masajear mís senos ocasionando que enloquezca aún más.

Se que lo nuestro no es nada más sexo, se perfectamente que es una manera de nuestros cuerpos reclamar que se pertenecen solo que está vez también el corazón está presente y eso hace que este sea el mejor sexo de mi vida.

Viveza adoración (Saga #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora