CAPÍTULO 28

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SARAHÍ

Siento todo mi cuerpo adolorido pero lo que realmente me molesta es el maldito cólico que amenaza con partir en dos mi matriz, algo hace click en mi cerebro por lo que abro de golpe mis ojos y noto que la habitación está en penumbras y el único sonido que se escucha es el de la máquina que está a mi lado marcando los latidos de mi corazón, instintivamente llevo mis manos a mi vientre, me alarmo al sentir ese incesante cólico, intento incorporarme pero no tengo fuerzas para hacerlo además de que me duele cada parte de mi cuerpo.
Noto que cerca de mis piernas alguien  tiene recostada su cabeza supongo que es Ezra así que comienzo a llamarlo, él se remueve lentamente hasta que finalmente se despierta y se incorpora de la posición tan incómoda en la que estaba, hace a un lado la silla en la que estaba sentado y se acerca hasta a mí, a pesar de la oscuridad puedo notar sus ojos algo hinchados.

—Hola princesa —él toma mi mano entre las de él y la acerca a su rostro hasta apoyarla en su mejilla rasposa por la barba, lo observo cerrar sus ojos.

—¿El bebé? —digo con voz quebrada.

Él presiona aún más mi mano a su mejilla, al abrir sus ojos puedo notar la tristeza en ellos —lo siento princesa.

—¿Qué ocurre? ¿Está bien el bebé?

Él comienza a negar con la cabeza —lo siento —su voz se quiebra y una lágrima se desliza lentamente por su rostro hasta llegar a mi mano.

Mi respiración se vuelve entrecortada y con esfuerzos retiro mi mano de su mejilla —¿Cómo está el bebé? ¡Respóndeme carajo!

—Ya no está.

Dice en voz queda pero no puede ser cierto apenas hoy escuché su corazón, de seguro solo trata de asustarme y castigarme por haber conducido la motocicleta en mi estado —mientes.

—Princesa.

—¡Cállate! ¡Estás mintiendo!

Una enfermera entra corriendo a la habitación encendiendo las luces, seguida de ella entra el que pienso es el doctor —¿Cómo está mi bebé?

El doctor le dirige una mirada a la enfermera y no logro escuchar lo que dice pero ella sale corriendo de la habitación —necesita tranquilizarse.

—¡No me voy a tranquilizar hasta que me digan algo sobre mi bebé!

—Princesa —Ezra se acerca a mi y me abraza, lo escucho sorber la nariz pero sigo sin creer que ya no está más mi bebé —tienes que ser fuerte.

Comienzo a golpear su espalda —no es cierto, me estás mintiendo.

—Joven necesitamos que se retire —Ezra me abraza aún más fuerte y yo no lo dejo de golpear, al final se separa de mi y él está llorando.

Dos enfermeras se acercan a mi y mientras una me sostiene la otra comienza a inyectarme algo en el brazo, son segundos lo que tardo en darme cuenta de que me han puesto un sedante pues mi cuerpo se empieza a sentir laxo y mis párpados comienzan a sentirse muy pesados hasta que finalmente estos se cierran y todo es oscuridad.

Escucho murmullos a lo lejos y puedo notar la tristeza en la voz de Ezra, se que una de las voces le pertenecen a él.

—Tienes que ser paciente hijo, no es fácil perder un hijo —ahora logro identificar la otra voz y se que se trata de la madre de Ezra.

—Mamá, me dolió tanto verla así.

—Lo sé hijo, llora todo lo que tengas que llorar aquí estoy.

Escucho el llanto ahogado de Ezra e intento abrir mis ojos pero no lo logro.

Abro mis ojos lentamente y está vez la habitación está iluminada por la luz  que se filtra a través de la cortina de la ventana, inspecciono la habitación y está vez estoy sola, coloco mis manos en mi vientre vacío, un nudo inmenso se forma en mi garganta y las lágrimas no tardan en escapar de mis ojos, el llanto pronto hace aparición.
No puedo creer que mi bebé ya no esté y se que la única culpable soy yo, si hubiera esperado a Ezra en lugar de haberme subido a la motocicleta, jamás hubiera tenido el accidente y mi pequeño aún estaría protegido en mi vientre, ahora jamás podré conocer su carita y no podré sostenerlo entre mis brazos, todo esto es mi culpa mi pequeño, perdóname mi bebé, no supe ser buena madre para ti.

—Tranquila princesa —Ezra me rodea con sus brazos y aferro mis manos a su camisa mientras que el llanto sigue apoderándose de mi.

No sé cuánto tiempo paso llorando pero me vuelvo a quedar dormida y cuando despierto Ezra está sentado nuevamente en la silla incómoda.

—Hola princesa.

—Fue mi culpa.

Él se pone de pie y se acerca hasta a mí —no es así —acaricia tiernamente mi mejilla y no soporto su lastima, se que él me ha de estar odiando por haber matado a su hijo— iré por el doctor para que te explique todo —deja un beso en mi frente y se marcha.

Ezra no tarda en entrar seguido del doctor y este comienza a presentarse y la verdad dejo de ponerle atención se que la única culpable soy yo, lo único que capta mi atención es que si ya estoy más tranquila me darán de alta hoy por la tarde, me empieza a decir que necesito reposo absoluto por lo menos por una semana ya que por el accidente mi columna si está un poco lastimada, me comenta que tendré que usar collarín, dice un par de cosas más y se marcha por lo que Ezra se acerca lentamente a mi como midiendo mi reacción.

—En la oficina ya autorización tu incapacidad, medicamente te dieron dos semanas.

Asiento con mi cabeza —quiero irme a casa.

Él intenta sonreírme pero no lo logra, su sonrisa parece más una mueca —pronto te darán de alta.

Por la tarde efectivamente me dan de alta por lo que Ezra e Isaí me llevan a casa, al llegar a esta Ezra me toma en brazos y me lleva hasta mi habitación donde me recuesta en mi cama, me pregunta que si se me ofrece algo y le respondo que solo quiero dormir.

Me despierta las caricias de Ezra sobre mi rostro pero cuando abro mis ojos es Darío quién está frente a mi.

—Hola preciosa.

—¿Te enteraste?

Él asiente con la cabeza —lo siento mucho —asiento con mi cabeza y él toma una de mis manos y la besa— se que fuí un idiota pero quiero que sepas que aún te quiero y de verdad creo que aún tenemos una oportunidad —no puedo creer que sea tan idiota como para pedirme en estos momentos otra oportunidad, me limito a escucharlo así que solo lo observo— vuelve conmigo, yo cuidare de ti.

Al no ver respuesta por parte mía se acerca hasta a mí rostro y se perfectamente lo que planea y lo confirmo cuando lo veo cerrar los ojos así que aprovecho para poner mi mano sobre mis labios, Darío se aparta rápidamente al darse cuenta que ha besado mis dedos.

—Supongo que eso es un no.

—Supones bien —doy un gran suspiro y presiono mi mano en su pecho para que se aparte de mi— además aún estoy saliendo con Ezra.

—Por un momento pensé que solo estaban juntos por el ...

—No te atrevas a mencionarlo, será mejor que te vayas.

Darío asiente con la cabeza y se pone de pie —de verdad aún te quiero y te estaré esperando, nos vemos preciosa.

Darío se marcha y nuevamente quedo totalmente sola.
Aprovecho para revisar mi correo electrónico en mi laptop y Ezra entra a la habitación media hora después justo cuando estoy viendo el último ultrasonido del bebé, la doctora me lo envió por correo ese mismo día.
Él cierra la laptop y parece molesto.

—No te tortures de esa forma Sarahí —¿Dónde quedó el princesa? Veo que ya no soy más su princesa debido a que ya no está más el bebé.

—Quiero dormir.

—Primero tienes que tomar tus medicamentos y cenar algo.

Me entrega un vaso con agua y después me extiende las pastillas, las tomo lo más rápido que puedo.

—Vete quiero cenar sola.

Ezra resopla —me quedaré a dormir en la otra habitación por si necesitas algo.

—Vete a casa Ezra —, lo volteo a ver y él parece realmente molesto— mañana regresas a trabajar y necesitas descansar bien.

—¿Qué te dijo Darío?

—Nada, vete a tu casa a descansar.

Él asiente con la cabeza y sale casi corriendo de mi habitación, si supiera lo mucho que me duele darme cuenta que él solo fue cariñoso por el bebé, se que me equivoqué y que fue mi culpa y por eso acepto su odio sin reclamos.

Viveza adoración (Saga #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora