CAPÍTULO 30

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SARAHÍ

Pasan dos días en los que lejos de sentirme mejor cada vez me siento peor, una vez cuando era niña estaba jugando en el mar cuando una corriente me arrastró al fondo del mar, recuerdo la desesperación que sentía al no poder salir a la superficie, las olas me revolcaban y provocaban que me golpeara contra las rocas. Es así como me siento, siento como si la vida me estuviera revolcando y no me dejara salir, siento que me estoy ahogando en mi dolor, en mi perdida.

A veces quisiera que fuera solo mi cuerpo el que doliera en lugar de sentir como si todo el tiempo estrujaran mi corazón, perdí tanto por mi imprudencia y ahora solo me queda vivir con este dolor.

La puerta de mi habitación se abre y ahí está Dorek.

—¿Cómo te sientes?

—Como si la vida me hubiera dado una paliza.

Dorek se acerca hasta mi cama y toma  asiento en la orilla de está —se cómo se siente, ¿has tomado todos tus medicamentos?

—Mamá se a encargado de que no me falte ninguno.

—Voy a ir a ver a Vielka, pero estaré aquí en una semana para revisarte.

—Espero que cuando vuelvas me autorices quitarme este maldito collarín, me da gusto que lo tuyo con Vielka este funcionando.

—Me enteré que ya no estás más con tu novio.

—No, fue todo mi culpa.

Él palmea mi pierna y me sonríe —no creo que eso sea cierto pero a veces necesitamos tiempo para pensar y acomodar nuestras ideas.

—¿De que hablas?

Dorek me sonríe y niega con la cabeza —en está familia somos algo testarudos y muchas veces perdemos las oportunidades para ser felices, yo tuve suerte al reencontrarme con Vielka pero tú hermana —me señala con su dedo y niega con la cabeza— eres más ciega que un topo y más necia que un burro, solo espero que no te des cuenta tarde de lo que realmente quieres.

—¿Te refieres a Ezra? —pronunciar su nombre provoca un fuerte pinchazo en mi corazón—, se muy bien lo que siento por él pero arruiné las cosas y ahora El debe estar odiandome.

—O eso quieres que haga, no te molesto mas necesito llegar al aeropuerto para ir con Vielka.

—Saludamela mucho.

Mi hermano se pone de pie y se dirige hacia la puerta para marcharse pero en último momento se detiene y se gira —es malo guardarse el dolor, este puede sumergirte en una oscuridad difícil de eliminar.

Dichas esas palabras mi hermano se marcha y yo me quedo aún más confundida, se que mi hermano ha de pensar que mi tristeza se debe a mi rompimiento con Ezra pero nadie en esta casa sabe que perdí algo más que al hombre que amo, no puedo creer que haya tenido que pasar todo esto para darme cuenta de lo que realmente siento por Ezra y es que el muy bestia es como la humedad, se colo en mi corazón hasta al punto de sentirme incompleta y es que extraño tanto estar abrazada a su cuerpo, sentir sus caricias e incluso extraño su odiosa barba que siempre me dejaba el rostro como si me hubieran pasado una lija. Bien dice el dicho, "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde".
Él se esforzaba tanto en la relación para que su hijo tuviera a sus padres juntos pero ahora que ya no está mi bebé, él tampoco deseaba estar más conmigo, y es que no hubo necesidad de palabras fue su actitud del último día que nos vimos lo que me hizo darme cuenta de eso.
Y como podía estar con la asesina de su hijo, si ni yo misma me soporto en estos momentos, me odio a cada segundo.

Nunca en mi vida me había sentido tan pérdida como hasta ahora, tengo tantos te amo atrapados en mi corazón y este duele al saber que jamás tendré esos te amos de vuelta, mis brazos jamás sentirán el calor de un pequeño cuerpo y nunca podré escuchar su voz decir "mamá", jamás sabré a quien se podría parecer más.
Son tantas cosas que jamás podré experimentar y que me niego hacerlo.

Han pasado dos semanas desde que llegué a casa de mis padres con un corazón destrozado y el cuerpo lastimado, mi cuerpo está mejor, ya no uso el collarín y ya puedo caminar por la casa sin molestias en mi columna pero mi corazón, ese sigue tan roto como cuando llegue, ni los abrazos de mi pequeña sobrina han ayudado, a Hadassah no la he podido ver debido a que está en reposo en su casa a causa de su embarazo, y no he ido yo por temor a estallar en llanto en cuanto la vea con su pancita, algo que ya no tengo yo, estas semanas he bajado lo que había subido por el embarazo y además unos kilos demás.
Y es que hasta la comida ha perdido el sabor para mí, ya nada me sabe ni se me antoja, lo único que quiero es cerrar mis ojos y no volver a despertar o si hubiera una pequeña posibilidad de volver en el tiempo, volvería a ese día, simplemente no saldría de casa, y tal vez de esa forma lo hubiera salvado.

Estoy sentada en la mesa intentando terminar mi desayuno cuando la voz de mi madre interrumpe mis pensamientos —¿Cuando tienes que volver al trabajo?

Doy un gran suspiro y hago mi plato a un lado —renuncie hace dos semanas.

—¿Cómo?

—Eso quiere decir que cuando llegaste aquí, ¿Ya no tenías trabajo? —mi padre me observa y espera mi respuesta.

—Renuncie un día después de que llegue aquí —me levanto de la mesa y levanto mi plato para lavarlo—, ahora sí me disculpan en todo este tiempo no he salido de casa y quiero ir a la playa.

Salgo de la casa e inhalo el agradable aroma del mar, camino lentamente hacia la playa y al llegar al mar me quito los zapatos para dejar que las olas mojen mis pies, observo como las piedritas alrededor de mis pies las arrastran las olas hasta que finalmente las pierdo de vista, así me siento yo, siento que la tristeza me arrastra cada vez más al fondo de la desolación y no hay manera de que pueda salir.

—Me dijo papá que renunciaste a tu trabajo de ensueño.

Me encojo de hombros —ya no lo es más.

—¿Se puede saber el por qué?

Giro mi rostro hacia el de Edric quien parece verme con tristeza, ¿tan patética me veo? —simplemente ya no deseo trabajar ahí, tal vez la próxima semana busque trabajo aquí.

Edric apoya su mano en mi hombro y lo aprieta ligeramente —creí que Dorek era una persona cerrada pero tú lo eres aún más.

—¿De qué hablas?

—Nada, cuando estés lista papá quiere hablar contigo en el taller.

Asiento con la cabeza y lo observo marcharse.

Me quedo buen rato en la playa hasta que el sol comienza a calar en mi piel así que camino de regreso a casa pero recuerdo las palabras de Edric así que me dirijo al taller que está justo al lado de la casa, al entrar me da la sensación de que algo malo va suceder pero aún así camino hasta el fondo y entonces la veo, mi motocicleta que está ahí y parece que alguien ha estado trabajando en ella, siento que me falta la respiración de tan solo verla me recuerda ese día, no lo soporto más y me dejo caer en el suelo y el llanto se apodera de mi.

Unos fuertes brazos me rodean y yo me aferro a su pecho, lloro y grito tanto que temo que en algún momento me quedé sin voz y sin fuerzas, Dorek en ningún momento me suelta y se lo agradezco tanto.

Viveza adoración (Saga #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora