CAPÍTULO 36

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SARAHÍ

Finalmente estoy en mi lugar favorito,  Ezra me tiene abrazada a su cuerpo mientras que mi mejilla se encuentra apoyada en su pecho, no me canso de decir que me gusta estar así, el poder escuchar su corazón latir me hace saber que no estoy soñando y que todo lo que sucedió el día de ayer fue real.

—¿En qué piensas princesa? —sus dedos recorren mi espalda en una suave caricia.

—En que me gusta estar así —su caricia se detiene de pronto por lo que  apoyo mi mano en su pecho para poder apoyar mi barbilla en esta y poder girar a verlo —¿Y tú en qué piensas?

Ezra da un gran suspiro y su rostro se ve serio y algo triste —¿De verdad regresaste con Darío?

Soy muy mala persona por comenzar a reírme a pesar de verlo tan triste y eso provoca cierta molestia en él, logro controlar la risa solo para poder explicarle que todo fue un invento para que cuando me viera fuera una gran sorpresa, lo más gracioso es que la que se llevó  la sorpresa fui yo al verlo con su prima, en ese momento no sabía que eran familia por lo que si me causó mucho dolor pero ahora que todo está aclarado entre nosotros solo queda ser felices y vivir con nuestras cicatrices.

Ambos estamos cambiandonos de ropa después de haber tomado un placentero baño juntos.

—¿Vas a regresar al trabajo?

Lo veo en el reflejo del espejo y hago una pequeña mueca —no, y no es que no quiera estar contigo pero quiero abrir mi propio despacho en mi ciudad —me giro para quedar frente a él y le sonrío— estoy segura que podemos hacer funcionar nuestra relación a distancia.

—Me alegra oírte decir tus planes, pero me gustaría ser tu socio.

—¿Te mudarías a la Paz?

Ezra coloca sus manos en mi cintura y asiente con la cabeza —lo haré después de que nos casemos.

Me empiezo a reír pensando que Ezra está bromeando pero me doy cuenta que lo dice en serio por la expresión de su rostro —¿Estás hablando enserio?

Ezra acerca mi cuerpo al de él por lo que ahora nuestros pechos se están tocando —claro que si, tu lo dijiste hace rato, me gusta estar contigo y el tiempo que estuvimos separados fue una verdadera tortura, quiero casarme contigo, quiero estar siempre a tu lado sin importar las circunstancias o los obstáculos que nos ponga la vida, quiero estar ahí para ti y tal vez más adelante formar una familia.

Para este momento ya estoy llorando como María Magdalena por lo que lo abrazo —yo también quiero estar contigo y quiero prácticar mucho para tener bebés.

Ezra estalla en carcajadas y apoya sus manos en mis hombros y me separa de su cuerpo —tenías que arruinar mi propuesta —me sonríe y comienza a limpiar las lágrimas que aún corren por mi rostro— de algo estoy seguro, será muy divertido envejecer a tú lado.

Ezra me besa de una forma tan apasionada que ocasiona que me tiemblen las piernas, cuando nos separamos Ezra tiene una hermosa sonrisa en el rostro —te amo princesa.

—Yo también te amo.

Después de terminar de arreglarnos salimos rumbo a la casa de los padres de Ezra, a ellos también los había extrañado mucho y me moría de ganas por verlos. En cuanto entramos a la casa los brazos de Cielo me envuelven en un fuerte abrazo yo yo también la rodeo con mis brazos de pronto ambas estamos llorando.

—Mi dulce niña, te extrañé tanto.

—Y yo a ti.

Cielo se separa de nuestro abrazo y me sonríe —sin importar que suceda nunca vuelvas a irte así.

Viveza adoración (Saga #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora