𝗢𝟯

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—Hola —le sonreí antes de sentarme al frente suyo

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—Hola —le sonreí antes de sentarme al frente suyo.

Rubén abre sus ojos en par al verme con mi mochila y almuerzo en su mesa.

Yo solo mantengo mi mirada en todo momento, sin embargo, no obtengo respuesta, por lo que decidí regresar la atención a mi comida y tomar mis palillos para comenzar a comer.

—Deberías irte. Raúl ya está viéndote mal. —susurra él.

Levanto la mirada aún con fideos en la boca y busco con la mirada a Auron, este se encuentra con el equipo de Básquet en una mesa muy alejada a la cual estamos Rubén y yo.

Termino de comer los fideos que cuelgan de mi boca y al tomar un poco de agua, sonrió nuevamente, solo en ese momento logró apreciar la bonita sonrisa de Rubén, él se cubre la boca para no verlo, pero sé por sus ojos mucho muy cerraditos que está sonriendo.

—No me importa. Auron dijo que estaba bien juntarme contigo.

Él deja de sonreír y mira nuevamente a su hermanastro.

—Yo no creo que le guste mucho la idea. —responde.

Me encogí de hombros, mostrando el pico de interés que tengo en aquello y prosigo con mi deber de alimentar mi cuerpo y saciar mi hambre.

Rubén termina mucho antes que yo y de reojo observó la cantidad de comida que ha dejado. La mitad de fideos, al igual que la mitad de postre definitivamente no son sobras o algo parecido a estas.

—¿No tienes hambre? Tienes que comer, mira cómo estás de delgado y bajito. —no lo digo con malas intenciones, yo lo sé, pero al parecer Rubén no le gustó aquello y tan pronto como terminó de tomar sus libros, se coloca de pie y me dirige una última mirada furtiva para así retirarse.

Abro los ojos en par y tomo mi mochila, sin importarme en lo más mínimo el dejar mi postre intacto o la bandeja de comida en la mesa.

Sigo a Rubén hasta que este sale del comedor, en el camino escucho murmullos que prácticamente son ofensivos y que van dirigidos hacia Rubén.

No me preocupo por esos idiotas que solo disfrutan insultando a los demás, por lo contrario, corro detrás de él, hasta que logró alcanzarlo.

Rubén se voltea al instante en el cual toco su hombro.

—¿Eso era lo que querías? ¿Burlarte de mí? ¿Acaso Raúl te mando para que entre los dos se rían de mí a mis espaldas? ¿Es eso?

Rápidamente niego y trató de tranquilizarlo, sin embargo, Rubén se encuentra molesto, no sólo sus palabras lo demuestran, sino todo su cuerpo en general.

Maldigo por lo bajo y me acerco un poco para evitar que escape de mí.

—Claro que no, yo... yo jamás haría eso.

—Eso nadie me lo puede asegurar, mucho menos tú. Yo ni siquiera te conozco, no debería estar hablando contigo. Eres un idiota.

—No lo dije con la intención de hacerte sentir mal, solo me sorprendió que comieras tan poco.

Él no cambió su expresión.

—Ya suéltame, Samuel.

Y por primera vez escucho como de sus labios sale mi nombre.

Sonrío inconscientemente y él parece notarlo, porque en ese preciso momento de distracción me empuja.

—No quiero que te vuelvas a burlar de mí, tampoco te me acerques o te juro que no contestaré la próxima vez a menos que sea con bofetadas.

Una pequeña risita sale de mis labios al notar nuestra posición, Rubén tiene que alzar la mirada y la cabeza para desafiarme y yo tengo que bajar la mirada para ver cómo tiernamente quiere hacerse el malo.

No había un chico tan tierno como él y lo digo porque para mí no hay diferencia entre nosotros.

—¿Te estás burlando de mí? —y ahora frunce el ceño, dándome a entender que estaba más enojado que antes. Dios, es demasiado tierno.

—Yo lo siento. —susurro de inmediato.

—Ya estoy cansado. No entiendo por qué ustedes se burlan de una persona bajita. Está bien que Raúl y todos los del equipo de Básquet tengan la altura promedio de un chico, pero somos diferentes. Él puede formar parte de ese maldito equipo, pero no los hace superiores a nadie, mucho menos a mí. —su voz suave y rota me hizo sentir mal conmigo mismo.

—Yo no trate de hacerte sentir mal. — volví a repetir.

—Solo aléjate. —fueron sus últimas palabras antes de retirarse y desaparecer de mi vista.

Después de aquello ya no quise regresar al comedor. Preferí ir a mi próxima clase, rogando que Rubén esté ahí, pero no fue así. Rubén no estaba ahí.

Tampoco se apareció a la siguiente clase y terminé por no verlo hasta la hora de salida.

Él estaba de pie al lado de la puerta principal de la escuela. Me acerqué tan pronto como vi la oportunidad y toqué su hombro.

—¿Qué quieres? —dijo sin siquiera mirarme.

—Lo siento. —volví a repetir— yo no quise faltarte el respeto.

Él no volteó, tampoco me miró.

—Quiero salir contigo. —musité con total vergüenza, jamás había pedido una cita, mucho menos a un chico, pero me sentía bien al ver que Rubén sería el primero con el cual compartiría esta experiencia.

Sin embargo...

Sin embargo

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𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora