𝟭𝟴

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— Mamá

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— Mamá... —susurré, arrepintiéndome al instante, pues lo había pensado mucho y tal vez necesitaba pensarlo aún más y no llegar al extremo de hablar con mi madre.

— ¿Qué sucede, Samu? —su tono maternal y los apodos aniñados que ella formulaba me daban confianza muchas veces, pero en esta ocasión solo me dio ganas de salir corriendo de la cocina y encerrarme en la habitación hasta el día siguiente.

— ¿Alguna vez tuviste alguna discusión con papá? —y entonces mi boca fue más hábil y rápida que cualquier otro pensamiento.

Mamá dejó el plato que tenía en mano y cerró la llave del agua. Trague grueso y no tenía en donde esconderme, por lo que me sentía como un completo idiota al mirar a todos lados, menos a mi madre.

— ¿A qué va la pregunta? —Tragué grueso y por más que quise, no pude morderme la lengua.

— Curiosidad. —dije con algo de indiferencia, cuando en realidad me estaba muriendo de curiosidad y a la vez, vergüenza.

Mamá se secó ambas manos y me miró, tal vez yo no podía mirarle de frente, pero sabía que sus ojos estaban encima mío. Lo sentía.

—Samuel, mírame. —dijo de repente. Quise no hacerle caso a mi subconsciente, que me exigía obedecer a mi madre, sin embargo, la miré y ella sonrió.

Su baja estatura no evitó que acariciara mi mejilla con todo el cariño propio de una madre y luego sonriera, tal y como lo hacía cuando yo tenía cinco años y cometía alguna travesura.

— ¿Estás saliendo con alguna chica? —mis ojos se abrieron en par y cuando pensaba negar todo y retirarme de la cocina, la voz de Irina se hizo presente.

— En realidad, es un chico, mamá y perdona por ser entrometida, pero es mi hermanito y necesita consejos para reconquistarlo.

— ¡Escuchaste mi llamada telefónica con Frank! —grité— ¡Irina, eres definitivamente una entrometida! —miré mal a mi hermana y lo único que quería hacer era acercarme y destruir su bonita sonrisa hecha por unos brackets.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora