𝗢𝟲

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— ¡Contesta! — Exigió Auron, mientras yo me quedaba atónito ante él

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— ¡Contesta! — Exigió Auron, mientras yo me quedaba atónito ante él. No entendía su actuar, se supone que éramos amigos, no teníamos por qué estar armando un espectáculo en el salón.

No quería tener otra reprimenda, mucho menos una que venga del director, por lo que solo di media vuelta y traté de marcharme de aquel círculo que algunos chicos y chicas habían formado a nuestro alrededor con la esperanza de presenciar una pelea.

— ¡Detente de una buena vez, De Luque! —su grito exaltó a todos, incluyéndome. Sin embargo, no me detuve por su orden, sino por el temor a que detrás de aquellas palabras hubiera otro tipo de intención, como el que llamara a su padre y este me expulsara de la escuela.

Al voltear me di cuenta que la determinación de Auron era pura. Realmente estaba enojado y creía que tal vez no era por estar cortejando a su hermanastro menor, sino por no hacerle caso.

— ¿Y qué sucedería si lo que dices es cierto? No sería nada malo estar con Rubén. —y las habladurías se hicieron presentes. Algunos chicos comenzaron a reírse, mientras escuché a algunas chicas dirigir alguno que otro insulto hacia mi pequeño amigo.

Auron sonrió de lado, pensé que se había rendido, pues dio una media vuelta y yo estaba a punto de hacer lo mismo, sino fuera porque al instante volteó y me lanzó un verdadero golpe. Tal vez todos creerían que él no era capaz al ser más bajo que yo, pero realmente logró alcanzarme ese golpe y ahora trataba de sostenerme de algunas carpetas para no caer totalmente. Sin embargo, sí logré caer y juro que la espalda nunca me dolió tanto como aquel día.

— ¡Déjalo en paz, Raúl! —escuché entre la multitud, pero no lo pude ver y no era por hacer mofa de su estatura, pero realmente no logré mirarlo, en realidad nadie, ya que todos en aquel salón pasaban el 1.60m.

Auron, al igual que yo, volteamos hacia donde suponíamos venía la voz de Rubén.

Vi como algunos se apartaban, mientras que otros tenían que ser empujados, pues en su rostro se notaba el disgusto de ser apartados por lindo rubio.

— Lo siento tanto, Samuel. —empezó él. Yo negué de inmediato y me levanté solo, ignorando su ayuda de por medio.

— Estoy bien, Rubén. No pasó nada aquí. —dije con una sonrisa surcando mis labios.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora