𝟭𝟮

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No sé en qué momento fue, pero las piernas de Rubén estaban alrededor de mi cadera

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No sé en qué momento fue, pero las piernas de Rubén estaban alrededor de mi cadera. Yo las sujetaba con fuerza para que no cayera y sus labios se movían con parsimonia sobre los míos. Me gustaba la sensación que nos invadía en aquel momento. Solo éramos él y yo, ambos disfrutando del ajeno y alejados de la realidad. Sin embargo, todo lo bueno tiene su final y así como sus labios se juntaron a los míos, de la misma forma se separaron.

Rubén me miró, yo también, nuestros rostros estaban demasiado cerca y sus mejillas estaban rojas al igual que sus labios. Para mí, verlo de esa manera era un privilegio que no quería concederle a nadie más.

— Lo siento... —susurró, aflojando el agarre de sus manos sobre mis hombros— Y-yo no debí hacerlo. Fue un impulso, te juro que no es lo que crees. —comenzó a dar explicaciones que la verdad no me importaba. Lo había besado, tocado sus labios y sentido algo maravilloso que nunca logré sentir con alguna otra persona.

— Me gustas... —susurré, reafirmando el agarre en sus piernas al ver que él quería bajar. Él detuvo cualquier movimiento y me miró con el asombro plasmado en su rostro— Sí. Me gustas, Rubén... —dije, por último, esperando que reaccionara o algo así.

— Bájame, Samuel. —musitó, su voz ronca... firme me dio a entender que algo estaba mal.

Solté sus piernas y él logró bajar. Tomó su mochila en manos y trató de irse, en verdad trató de irse después de haberle confesado lo que sentía por él.

—¡Oye! —sujeté su brazo, impidiendo que se alejase de mí. El menor se detuvo, pero no precisamente por voluntad propia— No te puedes ir de esa manera, Rubén.

— ¡Ya déjame! —gritó, tomándome de sorpresa, pues no pensé que se enojaría por confesarme— ¡Esto es injusto!... ¿Acaso planeaste esto con mi hermano? ¿Acaso ibas a besarme y luego al día siguiente comenzar a reírte junto a Auron por lo que ingenuo que fui? — parecía que quería llorar y no era para menos, todo lo que él decía a cualquiera le podía lastimar. Sin embargo, yo no era de esos idiotas.

Rápidamente me acerqué y tomé su rostro en mis manos.

— Me gustas, Rubén. Auron no ha planeado nada, al contrario, él me ha dado su aprobación y... y solo faltas tú. —relamí mis labios, mirando su rostro y él teniendo que alzarlo para mirarme a mí.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora