𝟯𝟲

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Rubén

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Rubén

— Rayos... —Maldije y mordí mi labio inferior cuando vi el número que indicaba la balanza, ese número que me repetía constantemente que había subido dos kilos—. Esto no puede ser posible. —dije con intenciones de hacer un berrinche y ponerme a llorar por no obtener una respuesta razonable para esos dos kilos demás.

Bajé de la balanza luego de repetirme constantemente que empezaría con una dieta estricta y que bajaría más de dos kilos.

Mamá insistió en que comiera algo antes de salir, pero luego de repetirle hasta el cansancio que no tenía hambre y que comería algo en la universidad, ella se convenció y me aseguró que prepararía mi plato favorito para la cena.

Había empezado las clases en la universidad hace dos semanas y todo iba bien, a excepción de las pocas veces que vi a Samuel, pues en este nuevo ciclo había más asignaturas y pasaba la mayor parte del tiempo entre libros y videos educativos.

— ¿Qué tal vas, pequeño amigo? —un brazo rodeó mis hombros y no tenía que ser adivino para saber que se trataba de Mangel.

—Ya sabes que pienso respecto a llamarme pequeño. —ni siquiera lo miré, pero sabía que Mangel estaba sonriendo por su broma.

— Está bien, lo siento, pero...

— Sí tengo la tarea de Biología II, por si ibas a preguntar. —Mangel me abrazó por completo y me rogó que se la pasara, pues había estado toda la noche hablando con Lolito y no tuvo tiempo de nada.

— Prometo que te pagaré con lo que tú quieras. —por último y se pone a llorar, pero no lo hizo porque accedí a darle la tarea a cambio de una torta de chocolate que había visto el día de ayer en la cafetería.

Mangel caminó feliz y tranquilo el resto del trayecto y cuando subimos al autobús, que para nuestra suerte se encontraba con asientos libres, me pidió que le entregara mi libro para así empezar a copiar. Rodeé los ojos, pero le entregué el libro.

—¿Te vas a casar con el poste ese? —la pregunta de Mangel me tomó desprevenido y cuando dejé de mirar la ventana para prestarle atención, él no dejaba de admirar el anillo que Samuel me había regalado hace un mes atrás—. Pensé que solo estabas con él porque la tenía grande. —abrí mis ojos en par y algunas personas nos miraron. De inmediato maldije el poco filtro que tenía Mangel al hablar.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora