𝟮𝟱

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Mis manos sudaban, esta vez mucho más que en otras ocasiones, y estaba seguro de que, si no fuera por la pared que estaba detrás de mí, sirviéndome de apoyo, ahora mismo estaría tirado en el piso en posición fetal mientras temblaba de miedo, de ne...

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Mis manos sudaban, esta vez mucho más que en otras ocasiones, y estaba seguro de que, si no fuera por la pared que estaba detrás de mí, sirviéndome de apoyo, ahora mismo estaría tirado en el piso en posición fetal mientras temblaba de miedo, de nervios... de todo.

Un suspiro pesado sale de mis labios y miro nuevamente la puerta de la casa Doblas, confirmando por segunda o tal vez, tercera vez, que nadie ha salido a recibirme, ni siquiera la madre de Rubén o el padre de este para amenazarme.

Miro mis zapatillas y trato de limpiarlas, a pesar de que estos se encuentran en perfecto estado, es decir, limpios y presentables, al igual que yo en general.

Me reincorporo tras confirmar que efectivamente mis zapatos no tenían ningún problema y que limpiando mi atuendo no ganaba, ni perdía tiempo.

Muerdo mi labio inferior y miro nuevamente la puerta de la casa, comprobando que nadie ha salido y que posiblemente, nadie saldrá hasta dentro de diez minutos.

—Creo que sí exageré. —susurro.

Irina me había que siempre era bueno llegar temprano por tu pareja, que aquello era muy de película y que posiblemente le agradaría a Rubén. Sin embargo, llegué demasiado temprano y no me atreví a tocar la puerta, pues mis manos temblaron tanto y el sudor que comenzaba a descender por mi frente me hacía ver muy mal, demasiado impresentable.

Un suspiro sale de mis labios y creo que es hora de esperar dentro del auto de papá, pues estar de pie afuera de su casa no es algo muy cómodo, además de que no hay calefacción.

Comienzo a caminar hacia el auto cuando la puerta se abre y por esta sale Auron, quien ríe al verme.

— Solo quería saber cuánto tiempo aguantarías. —comienza a reírse a carcajadas y en estos momentos estoy controlando mis ganas de golpearlo y no precisamente porque pueda hacerle daño, sino porque no deseo arruinar mi traje y, por ende, la noche de Rubén.

— ¿Estuviste todo el tiempo ahí? —pregunto con clara molestia y cansancio.

Auron asiente y se aparta de la puerta para dejarme pasar.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora