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Tres meses después

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Tres meses después.

Mi mano sostenía el ramo de lirios con fuerza, mientras que la otra se concentraba en contestar a Rubén y seleccionar la música. Mi novio solo tenía que dejar un trabajo y firmar su asistencia a esa entrega para por fin ser libres de tareas, por su parte.

Hace una semana atrás había entrado a exámenes finales. Rubén estaba demasiado estresado y yo también, por lo que decidimos dejar de lado no solo los celulares, sino también nuestra relación, tal y como habíamos hecho durante los parciales y tal parece que funcionó, pues en esta ocasión no lloró ni nada por el estilo, al contrario, salía con una sonrisa después de dar cada examen.

Dejé de lado mi celular y puse pausa a la música cuando Rubén me mandó un mensaje anunciando que ya estaba saliendo y que no esperaba por abrazarme y más cosas tiernas, que me encantaban tango a él como a mí.

Crucé la calle y me detuve al frente de las puertas de la universidad. Vi a lo lejos a Rubén y a sus amigos, quienes por cierto sonreían igual que él. Esperé por él y cuando por fin me notó, comenzó a correr en mi dirección. Lo recibí con los brazos abiertos y dispuesto a besar sus labios, sin embargo, lo primero que hizo al estar delante de mí fue enredar sus piernas alrededor de mi cintura y luego dejar besos por todo mi rostro, para así terminar en mis labios. Sus amigos llegaron haciendo más ruido del necesario y separándolo de mí con la excusa de que deberíamos conseguirnos un hotel, a lo que Rubén solo les sacó la lengua y les dijo que sí lo haríamos. Reí y tan pronto como se bajó, le entregué el ramo de lirios, ahora ha maltratados.

— ¿Qué pasó De Luque? ¿Quieres ser el chico romántico esta tarde? —preguntó en un tono coqueto, mientras observaba el ramo.

— En realidad, sí, cariño. —Mis manos acogieron su cuerpo y él solo se apoyaba en mi pecho, mientras observaba los lirios—. Estaba pensando en ir a cenar a mi casa. Mis padres están fuera e Irina no vendrá a dormir porque tiene una pijamada con sus amigas de la universidad. — Rubén se alejó tan pronto como le propuse la idea de la cena y sonrió, tal y como antes lo hacía, cuando aún estábamos en la secundaria.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora