𝟮𝟴

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— Quiero ser compositor

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— Quiero ser compositor. Mi sueño es trabajar en empresas famosas y que admiren mi trabajo, mis letras o que se yo. —digo con total calma, a pesar de que estoy al frente de un espejo.

Rubén me aplaude desde atrás y le sonrió, a pesar de que no debería estar ensayando para esto. Se trata de lo que quiero ser o, mejor dicho, lo que quiero hacer por el resto de mi vida, pero tengo miedo de la decepción que se llevarán mis padres cuando sepan la profesión que quiero seguir.

— Ellos te apoyarán. — Rubén me anima y me siento un total egoísta, pues él rendirá dentro de una semana su examen de admisión y yo ni siquiera le he dado palabras de aliento.

— Soy un mal novio. —digo antes de arrojarme a la cama. Rubén ríe y comienza a acariciar mis cabellos.

— Claro que no lo eres.

— Claro que sí lo soy. Pronto darás tu examen y yo te estoy quitando tiempo que podrías emplear estudiando alguna materia.

— Pues yo no siento que me quites tiempo, al contrario, amo pasar tiempo contigo y me alegra que esta vez Auron haya decidido no venir. Estoy cansado de su vigilancia y de lo inoportuno que es. —Sonreí, pero a cambio recibí una sonrisa pícara que me derritió por completo.

No fue necesaria una invitación, pues sus labios se apoderaron de los míos en un beso lento, que se volvió algo demandante con el pasar de los segundos. Me hube levantando de a poco y cuando estuve sentado, al igual que él, tomé su rostro entre mis manos y profundicé el beso, introduciendo, por primera vez, mi lengua. Pensé que se separaría, pero correspondió gustoso. Jamás habíamos pasado de besos inocentes y aunque muchos digan que ya habíamos avanzado demasiado al tener relaciones sexuales, para mí, mi osito seguía siendo inocente y tenía que respetarlo.

Quise besarlo por más tiempo, pero el aire nos hacía falta y tuvimos que separarnos para besarnos. Él me sonrió y levantándose de la cama, se dirigió hacia la puerta de mi habitación y la cerró con seguro.

En ese momento supe que tenía que utilizar el otro preservativo, que había comprado con el primero que utilicé hace unas semanas atrás.

La preocupación era notoria en el rostro y cuerpo de mi novio. Él jamás se había mordido las uñas, pero estaba haciéndolo en estos momentos, mientras nos encontrábamos a las afueras de la universidad Nacional de Madrid. Rubén no quería entrar, pero su padre estaba animándolo y su madre no hacía nada más que sonreírle comprensiva.

— M-mejor postulo el próximo año. —su tono de voz fue bajito y por un momento quise llevarme todos los nervios y preocupaciones conmigo para que él pueda rendir bien su examen.

— Osito, tú puedes lograrlo. —me acerco un poco más, viendo de reojo la reacción de su padre. Definitivamente seguía sin caerle del todo bien. Mi novio me miró y sus ojos de cachorrito asustado me hicieron sentir demasiada pena y ternura—. Lo lograrás, Rubén, eres uno de los mejores y entrar será pan comido para ti. —sabía que estaba convenciéndolo de a poco por la sonrisa que quería asomarse en su rostro—. Tú puedes cariño, al igual que yo podré hablar con mis padres esta noche.

— ¿Lo harás?

— Claro que sí, creo que ya es necesario que lo sepan.

— Entonces yo también lo haré. —la sonrisa en el rostro de Rubén es lo más alentador que puedo tener, además del beso que deja en mi mejilla antes de entrar a las instalaciones donde dará su examen.

La mirada atenta de mis padres no era lo que yo quería durante esta cena y mucho menos, tener nervios.

— ¿Qué es lo que tanto querías decirnos, Samu? —la voz suave y comprensiva de mi madre me animó un poco, pero al mirar la expresión seria de mi padre me sentí un poco intimidado—. ¿Has averiguado sobre alguna universidad? —Rápidamente bajo la cabeza al escuchar a mi padre y niego—. ¿Al menos ya sabes lo que piensas estudiar? —nuevamente niego—. Entonces todo este asunto de la reunión y tu anuncio importante es ridículo.

— Claro que no. —dice mi madre—, estoy segura que nuestro hijo tiene algo importante que decir... ¿Acaso embarazaste a Rubén?

Mis mejillas se ponen calientes al instante y niego repentinamente.

—Rubén y yo n-nos cuidamos. —digo con mucha vergüenza. Mis padres suspiran de alivio y tras eso vuelven a preguntar cuál es el anuncio que quiero dar—. Y-yo... —sé que posiblemente no tendré el apoyo de mi padre o tal vez estén demasiado decepcionados como para querer verme, pero si no lo hago ahora jamás podré hacerlo—. yo no quiero ir a la universidad. No hay ninguna carrera que me llame la atención y la única pasión que tengo es el escribir. Quiero ser un compositor profesional. —levanto la cabeza rápidamente y me encuentro con la sonrisa de mi madre y con el ceño fruncido de mi padre.

— ¡Eres consciente de que no ganarás la misma cantidad que un doctor o profesor!

— Sí, pe...

— Entonces si lo sabes ¿Por qué quieres ser un maldito compositor? —grita mi padre. Pasó saliva y cuando quiero contestar, mamá me interrumpe.

— Cariño, yo te lo preguntaré, si sabes la cantidad de dinero que ganarás, ¿Por qué quieres ser un compositor?

— P-porque... porque amo componer, mamá. Quiero transmitir sentimientos en mis canciones. No quiero quedarme en un aula con muchas personas, escuchando a un anciano dictar clases. Quiero encerrarme en un cuarto y escribir lo que me gusta.

Mamá me sonríe y tras levantarse, me dice que ya está dicho.

— Desde mañana veremos tus escritos. —la determinación de mamá logra asustar a papá, quien se levanta de inmediato, siguiéndole y tratando de convencerla de que aquella decisión está mal tomada.

Solo comienzo a reír victorioso y corro hacia mi habitación, tomando mi celular y diciéndole a Rubén que mis padres accedieron, mientras él solo demuestra algo de inseguridad por el examen que ha dado. Y a pesar de quiero decirle que todo lo ha hecho, la realidad es que solo podremos saber eso cuando los resultados sean expuestos en la página de la universidad, es decir, mañana por la noche.

 Y a pesar de quiero decirle que todo lo ha hecho, la realidad es que solo podremos saber eso cuando los resultados sean expuestos en la página de la universidad, es decir, mañana por la noche

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𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora