𝗢𝟱

6K 771 236
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cerré la puerta del casillero y no evité golpear mi frente contra este, por poco y llego al borde, sin embargo, eso no importó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cerré la puerta del casillero y no evité golpear mi frente contra este, por poco y llego al borde, sin embargo, eso no importó. Ya casi nada parecía importar en este día. Papá me había regañado anoche por recibir la llamada del director en su nuevo trabajo y por haber sido la causa de las lágrimas de mi madre, sin contar que Irina fue la que me trajo a la escuela y durante todo el camino me estuvo hablando sobre el respeto a las personas diferentes. Para ese momento mis palabras estaban muy sobrevaloradas y ya nadie parecía creer en mí.

Cerré mis ojos por unos cuantos segundos, o así lo veía yo, hasta que halaron de mi uniforme. Pensé que tal vez sería algún profesor o autoridad del colegio que preguntaría el porqué de mi actuar, sin embargo, al mirar de reojo a un lado, me encontré con Rubén Doblas. Rápidamente reaccioné y me alejé de él.

Rubén se sorprendió ante mi reacción y pude notar un leve sonrojo en sus mejillas. Y ahora el sorprendido era yo, no me había imaginado causar aquella tonalidad en su rostro, mucho menos a él.

—Yo solo quería pedirte una sincera disculpa. —bajó la mirada y en aquella muestra de sumisión también podía apreciarse algo parecido a vergüenza. Fue ahí donde todo se unió, sus mejillas sonrojadas y las disculpas que ciertamente, a mi parecer, no venían al caso.

Miré a todos lados y lo único que podía ver eran muchos más alumnos que vestían el uniforme de la escuela.

—Mi padre no vendrá hoy. —Sus palabras me aliviaron en cierta forma y al plantar mi mirada en él, nuevamente la suya decayó— En verdad lo lamento, papá no debió haber llamado a tus padres, mucho menos haber amenazado a tu familia. —Sus brazos se aferraron a algunos libros y por un momento parecía querer abrazarse a sí mismo o desaparecer al hacerlo.

Muchos de los alumnos solo pasaron por nuestro lado, algunos nos miraron de reojo, pero todos continuaron con su camino, ninguno se detuvo a prestar la debida atención a nuestro encuentro, por lo que supe de inmediato que en esta ocasión no sería regañado por respirar el mismo aire de Rubén o de compartir siquiera el espacio personal.

—No te disculpes. —fue mi respuesta.

Rubén alzó su mirada, pero rápidamente la bajó al notar que yo tenía toda mi atención puesta sobre él.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora