𝟭𝟰

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Mis manos nuevamente se encontraban sudando y mi mente estaba atenta por si alguien comenzaba a hacer preguntas incómodas o algo parecido

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Mis manos nuevamente se encontraban sudando y mi mente estaba atenta por si alguien comenzaba a hacer preguntas incómodas o algo parecido. Sin embargo, hasta ahora todo estaba yendo bien. Me encontraba sentado en uno de los sillones de la sala de estar de Rubén. Su madre era una mujer cariñosa y se veía muy joven para el señor Doblas, quien por cierto se encontraba al frente mío, no precisamente viéndome, pues estaba más atento a su periódico que a cualquier otra cosa.

En el lugar solo se podía escuchar mi respiración agitada y las hojas del periódico al ser volteadas, más otra cosa no. Ya me iba sintiendo presionado y eso que el señor Doblas no habían dicho nada al verme entrar a su casa y saludar con confianza a Auron y con total respeto a su esposa. Él no se había pronunciado y yo ya iba temiendo de que lo único que saliera de su boca sea malas palabras.

— ¡La cena está lista! —avisó la madre de mi pequeño Osito.

Rubén se levantó de inmediato, dejando a un lado su libro y extendiéndome su mano para así colocarme de pie. Tomé con mucho temor su mano y me coloqué de pie, siguiéndolo muy de cerca y tratando de alejarme de las "garras" de mi "suegro".

— Me alegra tanto que hayas decidido venir, Samuel. —la madre de Rubén era la más sonriente y feliz de todos en la mesa. Ella iba y venía de la cocina, trayendo más platillos y alguno que otro condimento.

— Hace mucho que nuestro Rubén no traía amigos y mucho menos un preten...-

—¿Cuántos años tienes, jovencito? —interrumpió el señor Doblas. De inmediato dejé de sonreírle a la madre de Rubén y miré a su padre—¿Qué intenciones tienes con mi hijo? ¿Te estás burlando de él? ¿No crees que eres demasiado alto para él? ¿Cuánto mides? ¿No deberías estar en la universidad?...

—Ya basta, papá — Rubén interrumpió y no pude estar más alegre, pues estaba seguro de que su padre seguiría preguntando, hasta lograr colocarme más nervioso de lo que me encontraba.

Auron rió, pero no se pronunció, solo siguió comiendo, como si yo no estuviera presente o como si su padre no me hubiera atacado con tantas preguntas.

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora