𝗘𝗣𝗜𝗟𝗢𝗚𝗢

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— ¿Cuándo será la primera ecografía? —mi mirada estaba fija en el vientre de Rubén, era redondita y me encantaba porque sobresalía demasiado, incluso para suponer que solo contaba con dos meses

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— ¿Cuándo será la primera ecografía? —mi mirada estaba fija en el vientre de Rubén, era redondita y me encantaba porque sobresalía demasiado, incluso para suponer que solo contaba con dos meses.

— Mamá me llevará mañana a la clínica. — Rubén no se encontraba tan animado y sabía que se debía al alejamiento de su padre.

— ¿No estás emocionado? —traté de animarlo y recordarle que mañana vería a nuestro hijo o hija por primera vez, además de saber porque su estómago era tan notable si se suponía que tenía entre dos o tres meses.

Rubén se alejó de mi tacto y se sentó a mi lado, al parecer ya no le gustaba estar sentado entre mis piernas y con su espalda encima de mi pecho.

— N-no es eso, s-solo que papá... —iba a comenzar a llorar, pero rápidamente lo abracé y le prometí que todo estaría bien, que su padre solo necesitaba un tiempo para asimilar todo y esperaba que en verdad sea solo eso, pues no quería ni pensar en que el señor Doblas lo había abandonado en esta etapa tan frágil y emocionante de su vida.

—Cariño, todo está bien, entiendo que tengas miedo de lo que está sucediendo, todas las madres primerizas tienen miedo, pero yo estoy aquí, para ser el apoyo que necesitas. — Rubén derramó algunas lágrimas para luego sonreír y besar mi mejilla.

— Te amo Samu. —susurró, besando esta vez mis labios y separándose a los pocos segundos—. Te amo demasiado y no sabes cuánto agradezco tenerte a mi lado... no sabes la felicidad que siento cada vez que recuerdo nuestros días de escuela, nuestras citas y cada momento a tu lado, por más corto e insignificante que haya sido —su sonrisita acompañó a sus palabras y me sentí realmente bien de verlo feliz, en especial después de tanto sufrimiento. —. Y-yo pensé que tú no te fijarías en mí por mi tamaño, casi nadie me miraba, ni siquiera para iniciar una amistad. —susurró lo último, como recordando momentos tristes—, pero tú llegaste y mi vida dio un giro de trescientos grados. —soltó una risita y dejó un corto beso en mis labios.

— Cariño, la estatura no es importante, jamás lo fue para mí y creo que tampoco fue un impedimento para nosotros. —rodeé sus hombros y lo abracé, atrayéndolo aún más a mi cuerpo—. Lo único que debería importante es tratar de medir todo el amor que siento por ti y por el bebé. — Rubén me miró, manteniendo esa sonrisa tan suya y esos ojos llenos de un brillo especial... un brillo que tal vez muchos digan que es a causa del embarazo, pero que en realidad yo vi desde que lo conocí.

— Espero que el bebé tenga tu estatura —susurró luego de unos minutos en silencio, un cómodo silencio.

Sonreí y negué.

—Yo espero que sea igual de pequeño que tú, quiero que sea mi pequeño. —esta vez fue el turno de reír de Rubén.

— Pues no me importaría que sea pequeño, siempre y cuando tengas un espacio en tu corazón para mí.

— De eso no hay duda, bebé. —susurré, haciendo un puchero para que él me besara, sin embargo, lo único que recibí fue un empujón y un dolor de espalda y trasero. Rubén reía mientras me decía que había ganado y yo no siquiera sabía qué estábamos jugando.

Solo tuve que reír en respuesta y colocarme después para pedirle un premio consuelo que en este caso sería un beso.

¿Fin?

¿Fin?

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𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄Ñ𝐎 ; Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora