Capítulo 7

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Narra Erick.

Las palabras de Christopher calaron hondo, desde ese día mis pensamientos no dejaron de estar en mi antigua relación.

Elevé la mirada intentando contener las lágrimas, aún no era capaz de borrar todos los recuerdos de Darío, quería hacerlo.

- IVÁN - grité.

A veces olvidaba los horarios de mi primo, no podía negar que en esta inmensa casa me sentía solo.

Me dí una mirada al espejo viendo lo hinchados que estaban mis ojos, siempre que lloraba era evidente.

- Hola.

- ¿Christopher?

- ¡Saluda a papá! - exclamó moviendo su patita.

- ¿Eh?

- Se llama Ollie, me atreví a ponerle un nombre, no me digas que no es hermoso.

Mi mente intentaba procesar aquella imagen, aquel cachorro de color blanco estaba igual o más perdido que yo.

- ¿Es tuyo?

- ¿Mío? ¡Tuyo!

- ¿Estás loco? Ni siquiera es mi casa, no sé si me dejen tenerlo.

- ¡Dios mío! No escuches eso pequeño - dijo tapando sus orejas.

- ¡Christopher!

- Está bien, me siento culpable por lo que dije, no te pediré perdón porque eso es excesivo, pero me dejé llevar por la rabia y aún estaba ebrio - comentó calmado.

- Deberías medir tus comentarios, yo solo quise darte un consejo y lo tomaste súper mal.

- Lo sé, pero es que no me gusta que se metan en mis cosas, si yo decido vivir mi sexualidad libremente que no te importe a ti, cuando necesite un consejo bien, te lo pediré yo.

- Bien, llevemos así las cosas, ninguno se mete en las cosas del otro - propuse.

- ¿Amigos?

- Amigos.

- Bien, ahora ten a tu hijo - extendió.

- ¿Es cierto?

- Sí, mira aquí tienes su carnet y sus cosas, a poco no está hermoso el peludo este - halagó.

- La verdad si - dije tomándolo.

- Si tu tío no te deja tenerlo puedo quedarme con él, pero te haces cargo.

- Pasa - invité.

Miré con ternura aquel cachorro que poco a poco iba entrando en confianza, creo que sería una buena forma de no sentirme solo.

- ¡Noooo, Ollie! - exclamó.

- Te toca limpiar - advertí.

- Pero si es tuyo.

- Tú lo trajiste, por favor.

Extendió la mano llevándola a la panza de Ollie, era evidente que Christopher tenía un lado tierno que no le gustaba demostrar.

El piso estaba tan resbaloso que el pequeño cachorro caía frecuentemente, reíamos a carcajadas, sin duda ese pequeño me traería alegría.

- Al menos está feliz, mira como mueve su colita - señaló.

- ¿Lo compraste?

- No, lo estaban regalando y me miró tan tierno el hijo de su perra madre que no pude evitar traerlo - rió.

- ¿Y por qué conmigo?

- ¿Crees que confiaría en los estúpidos de mis amigos para que lo cuiden? Y yo la verdad no estoy en casa en todo el día.

- Bueno, gracias. Lo cuidaré muy bien, no creo que haya problemas para que se quede.

- Esperemos.

- ¿Tú no deberías estar en clases?

- Debería, ya después soluciono eso con la maestra.

- Supongo - dije en negativa.

- Me refiero a un certificado falso, por si las dudas.

- Yo no dije nada - reí.

Me detuve a jugar con mi ahora bebé perruno, no podía evitar estar emocionado, era hermoso.

- Te dejo, debo volver a la universidad, cuídalo bien - advirtió.

- Lo haré, ve tranquilo.

Abrí mis ojos al sentir sus labios sobre los míos, su sonrisa parecía burlarse de mí.

- Es un beso de amigos, no pienses mal - habló.

- Vaya forma de llevarte con tus amistades.

- Libremente, acostumbrate precioso.

- Que te vaya bien.

- Espero que con Ollie te acuerdes más de mi, de cierta forma es nuestro y nos une más.

- ¿Por qué querrías que nos una?

- Más bien. ¿Por qué no?

Adictiva Tentación - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora