Sus delgadas manos en mis hombros presionaban con una fuerza moderada, sus pequeños gemidos mientras su espalda estaba pegada a la pared eran provocativos.
Los masajes que hacía con movimientos ascendentes y descendientes en su erección eran suaves, desesperar a una persona por sexo era increíble.
- Christopher ya - soltó.
- Como me calienta que me rueguen, hazlo.
- Claro que no, no lo haré.
- Uh, que mal.
Mi espalda contra la pared chocó algo fuerte, velozmente introdujo sus manos haciendo exactamente lo mismo que yo.
- ¿Quieres meter esto? Pues te lo ganas - susurró.
- Fua, que manitos - reí.
- Te gusta tener todo fácil Christopher, yo no seré como ellos.
Lo miré confundido mientras acomodaba su ropa, por un momento pensé que tenía la situación controlada.
- ¿Puedo saber que te pasa? - giré.
- Nada, solo que no quiero tener relaciones. ¿Debo hacerlo solo porque tú quieres?
- Ambos cedimos, sí querías Erick.
- Christopher, estoy comenzando a confundir todo esto - comentó.
Nuestras miradas fijas parecían querer hablar por nosotros, el ambiente estaba incómodo.
- Bueno, ya está, tampoco es algo malo - dije.
- ¿Cómo que no? Mírate, siempre estás buscando con quién pasar tu tiempo, primero provocaciones, luego me buscas ebrio, ahora esto.
- Me conociste así.
- Lo sé y por eso tengo miedo, sé perfectamente como eres y no te juzgo, pero tampoco quiero que me provoques si mañana vas a estar metido con otra persona.
- Ay Erick, por qué me sales con esto - negué.
- Iván me dijo que quizás yo podría cambiarte...
- ¿Cambiarme? A ver, a ver, qué tienes en la cabeza.
- Pensé que quizás si podría hacerlo, estaría dispuesto a intentarlo - ofreció.
- Yo no quiero cambiar, si no te gusto como soy entonces pierdes tu tiempo, ya te lo dije, yo en relaciones serias no.
- ¿Y lo que te acabo de decir qué? ¡Estoy confundido!
- Mira, tengamos algo abierto, incluso tú podrías meterte con quién quieras, hasta con Joel que bien poco te falta para acostarte con él.
Abrí mi boca ante su bofetada, mentiría si digo que no me dolió, no había experimentado tal fuerza.
- No sé que maldita imagen tienes de mi, pero un cualquiera no soy y si a alguien le queda ese papel es a ti, fácil de mierda.
Caminé detrás de él luego de caer en consciencia, tuve que tomar el segundo elevador para ver si lograba dar con él.
- ¿Viste salir a un chico? - pregunté al conserje.
- Recién, creo que se fue hacia allá - señaló.
Maldije por no haber salido un poco más abrigado, el viento estaba realmente helado.
- Espera, a dónde vas - detuve.
- Mi brazo Christopher.
- Anda, regresemos que ni siquiera sabes en qué dirección vas.
- Llamaré a Iván, déjame tranquilo.
- Erick ya, no me medí lo reconozco.
- ¿Y que harás? ¿Llegar con otro perro mañana para saciar tu culpa?
- No estaría mal, Ollie quizás necesita un hermano - molesté.
- Suéltame, voy a gritar - amenazó.
- Pero solo si te calmas.
- Estoy calmado, tú me estresas.
- No hablemos aquí, volvamos - invité.
- Iván me está llamando, déjame en paz.
Tomé su celular cortando aquella llamada y aunque su empujón casi me hace llegar al suelo no cedí a qué se vaya.
- ¡Basta! - exclamé abrazando su cuerpo.
- No te quiero volver a ver.
- Perdón, perdóname Erick - pedí.
- ¿Por qué arruinas todo? Deberías sentirte bien de que alguien a pesar de como eres se interese en ti.
- No estoy acostumbrado a esto.
- Pero tampoco lo intentas. ¿Ni siquiera te atraigo? - preguntó débil.
Llevé mi cara a su cuello analizando que era lo que me pasaba con él, si era solo placer sexual estaba a la nada de alejarlo de mi.