- ¿Entonces tu estadía aquí es temporal? ¿Por qué no me habías dicho Erick?
- Con esa condición me dejó venir mi madre, pero los planes pueden cambiar.
- Mmm, todo puede cambiar - comentó.
Su mirada en el techo resaltaba su cuello y mandíbula, era extraño tenerlo en mi cama hablando de la vida en total tranquilidad, si que estaba dando su esfuerzo.
- Si para ese entonces aún estoy contigo me quedaré - conté.
- ¿De verdad?
- Claro, además no me gustaría dejar a Ollie y los trámites para llevármelo de seguro tomarán su tiempo, no los dejaría.
- Eso sonó tan...cursi - molestó.
- Lo sé, soy muy entregado en las relaciones, así que no te sorprendas.
- ¿A dónde vas?
- A darme un baño, podrías ir a ver a Iván, está celoso porque ya no pasas tiempo con él - reí.
Asintió tiernamente, procuré coger una toalla que siempre era lo que más olvidaba llevar.
Llevé los audífonos a mis oídos, era el típico adolescente que no podía hacer nada sin música, era vida.
Al ver mi reflejo en el espejo sentí como mi cuerpo sobresaltó, el alto volumen de la canción en ese instante no me había permitido escuchar la entrada de Christopher.
Puso la música a un volumen en el que ambos pudiéramos escuchar, su repentino apego a mi cuerpo me hizo actuar por instinto, besar sus labios era realmente lo mejor del mundo.
- Vengo a darte un motivo para que te bañes - molestó.
- Uh, claro que considerado.
Bajó hasta encontrarse con una erección que a penas sintió las succiones de su labio se enfureció. En ese lado Christopher era muy diferente, no era egoísta con el placer.
Extendí mi mano intentando alcanzar un lubricante que hace poco había comprado, en mi mente siempre estaba la posibilidad de tener encuentros sexuales con él.
- Qué preparado, me gusta.
- Es que soy virgen Chris.
- Que pendejo - rió.
¿La ropa? Fue cosa de segundos para que estuviera en el suelo, no entendía como alguien podía ser tan delicado e intenso a la vez.
Hice presión en su brazo derecho al sentir la velocidad en sus penetraciones, quería gritar pero la presencia de mi primo en casa me lo impidió.
- No me dejes hacerlo - pedí poniendo su mano en mi boca.
- Quiero escucharte - susurró agitado.
Negué cerrando mis ojos con algo de presión, tenía una curva formada en mi espalda que no podía evitar, estaba en un placer tan alto que mis movimientos involuntarios me dominaban.
- ¡UM...!
- Puedes jalar si quieres - cedió al sentir mi mano en su pelo.
- G-Gracias.
- ¡Pero no tanto! AH...¡Erick! - exclamó dando una fuerte palmada.
- Wa, eso me gusta - reí.
- Lo hubieras dicho antes.
- Hey, qué haces.
- No te quiero dejar embarazado - bromeó.
Miré como bastó masajear un par de segundos para que saliera todo el semen provocado por el acto sexual.
- Me hubiera dado igual si terminabas en mi, ya lo hiciste una vez - añadí arreglando el agua.
- Lo sé, pero también me has dejado varias veces con las ganas, no te mereces que termine en ti.
- Bien, lo tendré en cuenta.
- Yo creo que está bien - dijo tocando el agua.
Bañarme con él era lo menos imaginaba, me acomodé lo más cómodo posible para quedar frente a frente.
- ¿Qué ocupas en el pelo? - pregunté curioso.
- ¿Lo mismo que todos?
- A veces te odio, ven.
Afortunadamente la tina era lo suficientemente espaciosa, mientras masajeaba su cabello con un poco de shampoo, él hacía lo mismo pero con un poco de jabón en mi espalda.
- Qué bien se siente, creo que quiero que laves mi cabello más seguido - mencionó.
Sonreí abrazándome a su cuerpo, tenía esperanza en que podía conseguir algo más allá de esto.
- Te quiero - dije tímido.
Su silencio me aterró, incluso me hizo sentir estúpido.
- Comienzo a quererte.