- ¿Vamos a tu casa?
- Sí, olvidé algo - respondí.
- ¿Crees que eso se te vaya a inflamar?
- Quizás, pero no dió tan duro, sé que va en la universidad así que apenas lo encuentre me desquito, no te preocupes.
Eso era un hecho, a pesar de mi forma de ser no me consideraba violento, pero esto lo ameritaba.
Lo guié hasta mi habitación, había algo que guardaba con mucho cariño y que tenía mis mejores recuerdos de mi niñez.
- ¡Wow que linda!
- Me la dieron mis padres, creo que para uno de mis cumpleaños, según yo siempre me daba suerte.
- ¿Y por qué no la usas?
- Porque me daba miedo perderla. Te la quiero regalar - añadí.
- ¿A mí?
- Sí, es raro pero siento que deberías tenerla, tiene mucho significado para mí.
- Eres un hermoso - dijo depositando varios besos.
Ayudé a qué aquel accesorio quedará perfectamente en su cuello, estaba experimentando cambios serios en mi.
Apoyé mi cabeza en su hombro mientras sus caricias producían grandes escalofríos.
- ¿Realmente me quieres Erick?
- ¿Lo estás dudando?
- No, pero es que no sé, me siento extraño.
- Quizás fue el golpe - molestó.
- Tú...¿Quieres algo serio?
- Claro, no te pedí que intentemos esto por calentura, a mí sí me gustas y digamos que me ayudaste a sacar esos malos recuerdos de mi ex novio.
- He analizado lo nuestro, durante estos días, me haces bien.
Sus ojitos verdes parecieron iluminarse, siempre pasaba lo mismo cuando tenía palabras lindas para él, era sencillo y dulce.
- No sabes lo bien que siente escuchar eso, ya estaba comenzando a pensar que yo era el problema - rió.
- ¿Por qué?
- Creo que no tengo buena suerte en las relaciones.
- Eres increíble, el problema son los demás, espero no estar incluido en ellos algún día.
- Espero lo mismo.
Estaba dando mi mayor esfuerzo, ni yo podía creer este pequeño cambio, obviamente nada borraba las cosas sucedidas pero estaba a tiempo de cambiar mi rumbo.
- Am, tú...¿Quieres ser mi novio? Formalmente - mencioné.
- No tienes que sentirte obligado.
- De hecho no me siento obligado, eso es lo raro.
- Ay Chris, estoy temblando - enseñó.
- Me gustas más que antes, yo, t-te quiero - solté.
Su sonrisa hizo que mis mejillas tomaran una alta temperatura, mis sentimientos ya me delataban.
- Sí, no podría negarme a ser tu novio, es lo que quiero - aceptó.
- Los chicos me van a molestar, dicen que tú me mandas.
- ¿Y no es verdad?
- ¡Claro que no!
- Se supone que me tendrías que besar, osea eso hacen todos - comentó.
- ¿Por qué yo?
No tuve una respuesta verbal, pero ese beso sin duda fue increíble y especial, no era el típico beso casual o desenfrenado.
- Te queremos mucho, incluyo a Ollie - rió.
- Yo también, a los dos.
- Adivina quien estará feliz con esto.
- Iván - reí.
- Mierda, olvidé decirte que mi tío quiere que pasemos el fin de semana fuera de la ciudad, y que te invite.
- ¿Y eso?
- Paseo familiar, ya eres de la familia oficialmente - besó.
- Bien, voy - acepté.
- ¿Nos vamos?
- Sí, tenemos un largo día que disfrutar.
- Quiero quedarme en Ecuador, espero que sigas siendo ese motivo que me haga seguir aquí.