Los días se me hacían eternos, odiaba las fechas de exámenes, creo que nunca iba a entender ese afán de los profesores de tomarnos las pruebas los mismos días, estrés puro.
- Maldito trabajo - soltó Iván.
- Quiero vacaciones ya, no aguanto más - añadí tirándome al sofá.
- Ya vengo, veré que hay de bueno, acomoden las cosas - pidió para nosotros.
Nos miramos sabiendo que ninguno acomodaría los libros, quizás por eso nos llevábamos bien, teníamos la pereza en común.
- No es cierto - negué al ver a mi amigo.
- De alguna forma hay que motivarnos - dijo acercando unas cervezas.
- Osea que el trabajo ya se fue a la mierda.
Reímos sabiendo que había razón en mis palabras, pero realmente nos merecíamos un descanso, un alumno sin motivación no produce.
- ¿Hola? - saludó Erick.
- Mmm, les presento a mi chiquitín, bueno tu ya lo conoces - dijo para mi.
- Algo así.
- Mira, ellos son Joel y Zabdiel, mis otros amigos.
Hizo un gesto algo confuso, quizás la presencia del alcohol lo sacó de sí, en parte era de sorprender, estábamos en pleno trabajo grupal.
- Un gusto, Erick...
- Mi chiquitín - interrumpió.
- Que pares con eso.
- Uh, el nene se enojó - molesté.
Los demás rieron al ver como una almohada llegó a mi rostro, evité aquello, de alguna forma me la cobraría.
Lo invitamos a que se siente con nosotros, de niño santo nada, a los minutos estaba igual que nosotros disfrutando de una cerveza fría.
- Hey no, cuidado con mi primo - advirtió Iván.
- Solo estamos hablando, celoso - respondió Joel.
- Es de mala educación hablar entre dos si somos cinco - añadí.
- Entonces los dejamos - comentó Erick.
Entre los tres nos miramos perdidos, la idea era que nos incluyan no que nos excluyan.
Me desvié de la conversación de Iván y Zabdiel, mi mirada estaba en ambos chicos que de a poco iban perdiendo distancia entre ellos.
Conociendo a Joel que en veces era un poco tímido, pude deducir que Erick estaba llamando su atención. ¿Cómo alguien podía ser tan coqueto sin hacerlo directamente?
- ¿Qué haces? - preguntó Zabdiel.
- Voy a mear - respondí.
- Pero que fino me salió - bromeó Iván.
- Yo que tu dejaba de beber y me preocupaba por tu primo, mira que Joel hoy perdió la timidez - señalé.
- En verdad si es cierto - añadió Zabdiel.
Caminé en dirección al baño, conocía la casa a la perfección, siempre que no estaba en la mía estaba aquí.
- Está ocupado.
- Soy yo, Joel.
- ¿Qué quieres?
Se introdujo cerrando la puerta, sus mejillas estaban rojas, de seguro algo le había comentado Iván.
- ¿No encuentras lindo al primo de Iván?
- En realidad no, he visto chicos más lindos.
- Ay Christopher.
- Es la verdad - añadí.
- Bueno, si tu lo dices.
- Trata de no ser tan evidente. ¿En dónde quedó tu timidez? Tu madre no estaría feliz eh.
- Bueno, tu has ayudado en parte - dijo tomando mi sudadera.
- Oh no no, no me gusta ser el otro de nadie.
- Pero si tú ya eres de la casa, no lo olvides.
- Mientras no confundas las cosas conmigo podemos coger sin problemas.
- Y lo he cumplido.
Atrapó mis labios sin medida, abrí mis ojos viendo como nuestro reflejo al espejo delataba la calentura, aún esperaba el día en que pudiera decir que no, por ahora solo disfrutaba.