Capítulo 8

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Christian acariciaba las muñecas de Anastasia.

—¿Todo bien? —Susurró él, acariciando el hombro de Anastasia con su pulgar. Cosa que le puso la piel de gallina a ella.

—Ajá. — ronroneo Anastasia, dándole un pico en los labios. —Me sorrendes, cada día más.

—Intento ... no aburrirte. — sonrió él. —Además, me ha dado el venazo de dominar. — rió. —¿Te ha gustado?

—Obvio. Nunca pensé que los azotes fueron tan excitantes.

—Conmigo sí. — la agarró del mentón y la besó, encontrando su lengua con la de él.

—Mmh..pues eres un buen dominante. — sonrió.

—Pues tú una mala sumisa. — rió él. Ella pareció ofendido, en broma. —Te portas mal.

—Sólo al principio. Y porque tus castigos ... me ponen. — acarició su torso, desnudo, sonriendo, ahora tímida.

—Um ... te amo. — Terminó por decir él.

—Y yo a ti.—ella sonrió, mordiéndose la lengua, suavemente, en un tono coqueta.

—Oye, antes te has mordido.—dijo él, ahora preocupado.

—Era para no gritar, despertaría a nuestra hija.

—Cierto...—Christian suspiró.

—Hay que ver. Cuando te concentras en el sexo, te olvidas hasta de tu hija.

—Bueno...es que el sexo contigo...es algo...—Christian intentó buscar una palabra adecuada, pero no la encontró. Anastasia rió ante su expresión.

—Oye, ¿habías hecho esto antes?

—Prefiero no hablar de mi pasado sexual.

—Eso es que sí.

—Yo no dije eso.

—Pero es que mi amor, te conozco como si te hubiera parido.—él rió.

—Dejémoslo ahí. —ella le dedicó una sonrisa de aprobación.

—Mañana quiero desayunar contigo.

—¿Y la clínica?—Anastasia se encogió de hombros.

—Soy mi propia jefa. Llevamos a Phoebe a la guardería y nos vamos al Starbucks de al lado. Me apetece, me apetece mucho contigo.—Christian sonrió.

—Enserio, te amo.—él la mordió, suavemente, en la mejilla. — ¿nos casamos?

—¡Sí!—dijo animada. —Casémonos Christian, huyamos a Egipto y planeamos una boda secreta.—rió, malvada. —de esas que hacen los famosos.—Christian rió, disfrutando de las locuras que decían, entre ellos. Parecía mentira que ella ya tuviera los veintidós y él estuviera rozando los veintisiete. Porque se decía...que la pasión, el deseo entre una pareja, termina a los dos años de estar juntos. Y ellos dos, llevaban más de cuatro, y seguían estando de maravilla. Más que eso, mucho más...tanto como para casarse y huir a Egipto. El amor...es locura. El amor lo es todo.

[...]

Anastasia rió, moviendo la cabeza de un lado a otro. La coleta y los aros que adornaban sus orejas siguieron sus movimientos, pero el flequillo quedó intacto. Christian la miro, sonriendo, feliz, llevándose un trozo de muffin de chocolate a la boca.

—¿Qué te pasa?—dijo él.

—Es que me parece mentira. Haber tenido una cena tan, tan formal, con tus padres y tus hermanos, y que después, por la noche...—dijo ella mirándolo pícara. —quien te viera y quien te ve, Chris, cualquiera diría que ayer me azotaste el culo como niña mala...

—Eso es lo que eres.—dijo él, pellizcando la nariz a Anastasia, porque sabia que eso, la hacia enojar.

—¡Hey!—se quejó ella, apartándose y tomando un sorbo de su frappuccino. —oye, ahora que lo pienso, tú has venido a verme muchas veces a la clínica, pero yo nunca he visitado tu agencia, —sonrió. —de agentes secretos.—se rió.

—No te rías, es solo otra agencia más.

—Como si fuera lo más normal del mundo, ¿sabes?—dio ahora, un trago largo y se lo terminó. Miro graciosa el nombre que había escogido. En el vaso de su café ponía 'Christian' y en el de él, ponía el suyo. —hoy, ahora, te acompaño.

—¿Eh? ¡No!—se quejó él.

—¿Por qué? ¿Acaso tienes algo que esconder?

—No...pero...

—Entonces, quiero acompañarte, que se den cuente que la futura mujer de Grey, le presta atención.

—Eso lo sé, cariño. Pero es que...hay muchos hombres...grandes y pff—hizo un bufido. —demasiada testosterona como para una nena como tú se pasee por allí.

—Me da igual a mí eso, además voy contigo.

—Pero eso a ellos les da igual. Y por eso...paso de arrancarle los ojos a algún compañero. Nos sabes lo descarados que son.

—¿Acaso tú te comes a alguna de sus mujeres cuando los van a visitar?

—No, porque nunca ninguna de sus mujeres o pareja se han paseado por allí. Ellas...no sabes que sus novios...o maridos trabajan de agentes como yo. Tú lo sabes, porque tú fuiste mi misión.

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