Capítulo 13

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—Vaya, vaya, un hombre apuesto. — dijo Carla dando una vuelta para verlo completamente. —Yo soy Carla. — sonrió y también tuvo que ponerse de puntillas para darle dos besos.

—Yo Raymond. — le tendió la mano.

—Encantado Carla... — le devolvió el gesto al padre de Anastasia. — Raymond.

—Señor Raymond. — dijo remarcando la primera palabra.

—De acuerdo. — sonrió. Christian señaló la mesa que había reservado. —¿Qué tal si tomamos todos asiento? — se dirigieron allí. Anastasia agarró a Christian del brazo para retenerlo. Él la miró.

—Lo siento.

—¿Que sientes?

—Que mi padre sea tan hijo de puta. Por eso me fui. — suspiró. — creo que no te lo he contado todo.

—Creo lo mismo. — Christian sonrió. —tenemos tiempo para hablar, entiendo que no te hayas...sentido cómoda explicándome eso. — suspiró. —yo no lo conozco, pero se ve un hombre estricto.

—Demasiado. — la mirada de Anastasia pareció humedecerse.

—Hey. — Christian le alzó la cara por el mentón. —en cuanto termine la cena nos vamos. No hace falta que estés pasándola mal. Solo acordamos tener una cena con cada familia. Solo eso. — Anastasia bufo.

—Mi familia es horrible.

—No, no es horrible. — sonrió. Una sonrisa realmente preciosa. —solo que has tenido tus momentos. — le acarició la mejilla y se inclinó para besarla. Anastasia aceptó el beso con gratitud. Un gesto de aclaración de garganta hizo que Christian alzara la vista. Raymond esperaba de pie, mientras los demás los miraban. Carla estaba entretenida con Phoebe.

—Vamos. — susurró Anastasia. "Ya empieza" pensó ella, abrumada por los recuerdos que le traía ver a esas personas de nuevo. Sí, se fue de su casa en cuento cumplió la edad. Y sí, los seguía detestando, a cada y uno de ellos. Sobre todo, a su padre. Y no, no permitiría que se pasara con Christian. No permitiría que lo humillara ni una sola vez, como hizo con ella.

—¿Y de qué trabajas? — dijo Raymond, limpiándose la boca y pidiendo el postre junto con el café a la camarera. Los demás hicieron lo que el cabeza de la familia.

—Papá, por favor... — susurró Anastasia.

—¿Qué pasa? Tendré que saber que el hombre con el que te casas sepa mantener a mi hija, ¿no? — se quejó Raymond.

—No soy ni seré una mantenida, tengo trabajo propio y me sé cuidar. — dijo Anastasia alzando su barbilla.

—En una clínica de masajes de mierda. — contestó su padre. Anastasia se limitó a no decir nada más. Christian se calló para que no hubiera más alteraciones por parte del padre de su novia.

—Soy empresario. — mintió Christian. No podía decirles que él pertenecía al estado, que era un agente, que se dedicaba a proteger a la sociedad y a...matar.

—Ajá. — Raymond entrelazó los dedos de la mano y apoyó su barbilla adornada con una barba algo canosa que no le discutían la edad, en estas. —¿Y cuánto ganas? — dijo sin escrúpulos. Parecía desinteresado. Christian adoptó una posición similar.

—Nueve mil quinientos dólares al mes. — agachó la mirada, modesto. Raymond abrió los ojos. Clara se aclaró la garganta, casi se ahoga con un trozo de azúcar quemado, ingrediente que adornaba la crema que había pedido de postre.

—¿Y...y sólo eres empresario? — suspiró Sol. —eres el hombre perfecto. — Mariana hizo una mueca de desapruebo. No había nada que hacer con su hermana menor.

—No le hagas caso. — explicó la mayor de los tres. —solo tiene dieciséis años, pero está más salida que el canto de una mesa. — Christian rió.

—Tampoco es para tanto, supongo que...

—Has tenido que trabajar duro para llegar a ganar tanto. — concluyó Carla.

—Así es. — sonrió Christian, orgulloso aunque todo fuera una mentira.

—Estoy contenta de que hayas escogido un hombre como Christian. — Carla acaricio la mano de Anastasia. Ella la apartó.

—No, no estás contenta por eso. Estás contenta porque ahora sabes el salario que gana. Y para que te enteres, yo no lo elegí. Yo no elijo a quién amo. — dejó la taza de café en su plato y se cruzó de brazos, concluyendo la conversación con su madre. Carla suspiró.

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