Capítulo 11

1.2K 121 2
                                    

Christian colocó su mano en la plataforma táctil. Un láser analizó sus huellas.

—Buenos días, agente Grey.—dijo una voz monótona y robótica. Las puertas corredizas se abrieron, Christian pasó junto a Anastasia.

—Cuánta tecnología.—dijo Anastasia, aún viendo la máquina que le había dado los buenos días a Christian. Él rió.

—Y este es...mi pequeño...despacho.

—¿Pequeño?—Dijo Anastasia observándolo todo. Estaba bien ordenado, sobre todo. Había un gran escritorio. Un gran ordenador, táctil. Algunos muebles. Las paredes del fondo, eran de un carmín suave. —¿Rosa para las paredes?—dijo ella acercándose a Christian. Él la abrazó, rodeando su espalda con uno de sus brazos. —que hombre más original.—sonrió.

—Así soy yo. Y así me quieres.

—Muy cierto.—buscó su boca y lo besó. Las paredes que daban al alborotado pasillo de antes, eran de un transparente oscuro. Incluidas las puertas. Pero cuando entraron, Christian y ella, Anastasia se había fijado, y no se podía ver el interior del despacho.

—¿Son vidrios tintados?

—Ajá. Además de que cuestan mucho de romper.

—Fascinante. —sonrió ella. —si lo has diseñado tú, he tenido la suerte de encontrar a un hombre muy listo...

—¿Hasta ahora te das cuenta?—rió Christian. La levantó y la cargó, dejándola sentada en la mesa del despacho. Anastasia se dio cuenta de que Christian tenia fichas personales esparcidas por todo lado.

—¿Quiénes son?—dijo ella, ojeando algunas.

—Casos. Víctimas, muertos o desaparecidos. Mis próximas misiones...—suspiró.

—¿Mucho trabajo?

—Bastante.

—¿No podría ayudarte?

—Ojalá—dijo él metiéndose entremedio de sus piernas. Las acarició. —sé como puedes ayudarme...a que se me quite el estrés.

—¿Ah si?—dijo ella juguetona. —¿Cómo?

—Mmh...este es un perfecto sitio...¿no crees? Único. Los ves, pero ellos a ti no. Piensan que estoy trabajando pero...no sabrán nunca lo que pasa aquí dentro...—le susurró al oído. —y esta sala está insonorizada. —tumbó a Anastasia en el escritorio, sin preocuparse de la tinta corrida y de los folios arrugados. Más se iba a correr él. La penetró de nuevo, fuerte. Anastasia se arqueó, con una respiración agitada.

—¡Grita!—le dijo Christian, entrando en pleno placer, y se hundió más en ella. Ella jadeo. Parecía mentira todo lo que disfrutaba con aquel hombre. Giró la cabeza. Y pudo ver a toda aquella gente, arriba, abajo, intercambiando papeles, información, riendo o hablando. Y ellos ahí adentro, haciendo el amor. Christian la levantó y la puso contra el vidrio, de forma que sus pechos lo tocaban haciendo contacto con el frío cristal. Una secretaria paró justo "en frente" de ella por así decirlo, Anastasia sintió que si no fuera por aquel vidrio tintado, juraría que aquella le estaba mirando sus pechos.

—¿Te excita?—dijo Christian, apartándose el sudor de la frente, y moviéndose dentro de ella. —¿Te gusta ver a toda esa gente allí? ¿Y que yo esté follandote, aquí?

—Sí...—jadeo ella. —Dios, sigue, esto es buenísimo...—Christian la tomó por las caderas y la penetró intensamente. Anastasia arqueo su espalda, y lo primeros espasmos de placer colapsaron su cuerpo, su mente, su todo. Christian terminó por acompañarla, en uno de sus culminantes orgasmos compartidos. Se quedó así, quieto, sin salir de dentro de ella. Con los ojos nublados, entrecerrados, con el calor abrumándole el cuerpo. Con los pantalones bajados, y ella, con la falda subida. Hasta por debajo del pecho. Los dos estallaron en risas. Esa situación era graciosa. Anastasia se incorporó, subiendo los bóxers de Christian, y luego los pantalones. Y él, la ayudó a subirse las bragas, las medias, y a colocarse bien la mini falda.

—Esto ha sido...corto...pero intenso.—dijo Anastasia relamiéndose.

—Me gusta. Me gustan todos nuestros polvos.—sonrió Christian. — por cierto, esta noche tocan tus padres.

—Sí...—suspiró Anastasia. —parece mentira que solo quede un mes para la boda.—se alegró, pero Christian se dio cuenta del cambio de tema.

—Anastasia.—la miró serio.

—¿Si?

—¿Quieres que hablemos de algo?—dijo él acariciando su rodilla. —¿Concretamente, de tu familia...?

—Eh...no...da igual.—sonrió. —ningún problema, enserio.—cogió su bolso. —oye ,¿me acompañas a la salida? Le dije a  Hannah que viniera a las once porque tenía que hacer unos recados.—sonrió. —esos recados han terminado...y muy bien. Y son las once y quince. La pobre ya me estará esperando para que abra la clínica. —Christian asintió. Pero aún así, no se quitaba la duda de la cabeza ¿Por qué mierda Anastasia, siempre evitaba el tema de la familia?

Protégeme 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora