Anastasia agarró el celular y marcó rápidamente. Se tumbó en el sofá y sacó un esmalte color granate. Se repasó los dedos de los pies, mientras se colocaba algodón entre ellos, para que la pintura no quedara con marcas ni grumos.
— ¡Kate! — exclamó ella.
— Anastasia... — la voz de su amiga sonó, al otro lado del celular.
— ¿Qué te pasa? ¿Llamo en mal momento?
— No, no, nada, da igual.
— No, ahora me lo cuentas — dijo, como una niña caprichosa. Aunque siempre estaban una para la otra.
— Franco...
— ¿Qué pasó con él?
— Qué me dejó plantada. Ayer.
— Mierda, Kate... — Anastasia suspiró. — ¿Puedo darte un consejo?
— Siempre lo haces — sonrió su amiga, al otro lado de la línea.
— Entonces, ¡deja de meterte con hombres de mierda! — Kate suspiró también.
— Es que ya no sé como encontrar al amor de mi vida.
— Eso no existe.
— Pero tú encontraste a Christian.
— Y aún así, a veces, nos peleamos.
— Pero se aman. Son la pareja ejemplo. Apunto de casarse, con una hija de cuatro años. Y seguro que no pasa ni una semana de que no tengan un buen polvo — a Anastasia le entró la risa. 'Una semana' pensó en su mente.
— Bueno, mejor hablamos luego de esto.
— ¿Cómo? — rió Kate. — ¿No follan cada semana?
— Bueno... — Anastasia empezó a reír. — no es eso, es que justamente ayer, Chris y yo apostamos.
— Adivino.
— Adivina.
— A ver quien aguanta una semana sin caer en la tentación.
— Casi.
— ¿Qué me he olvidado?
— Aparte de no poder follar, no podemos ni besarnos, ni masturbarnos.
— Tortura.
— Lo sé. Pero nos divertimos.
— Podrías jugar algo sucio, ¿no crees?
— ¿A qué te refieres con jugar algo sucio?
— Pues mira —Kate rió. — me refiero a que... tomes nota.
— Te escucho — dijo Anastasia divertida.
[...]
Christian giró la llave, metida en la cerradura de la casa. Cerró la puerta y dejó la campera mal colgada en el perchero de la entrada. Tiró con desinterés las llaves en el platillo del comedor y entró hacia la cocina. Cogió una cerveza. — ¿Mi amor? — dijo, buscando el interruptor. — no te creerás lo que me pasó hoy — las luces no tardaron en encenderse. Christian primero cerró los ojos, por el destello. Luego sus pupilas se acostumbraron. Se giró, entrando al comedor.
— ¿Qué te pasó hoy, mi vida? — dijo Anastasia con una voz totalmente sensual. Christian no podía creer lo que veían sus ojos. Anastasia yacía semi tumbada en el sofá, mirando algún programa. Con un camisón negro medio transparente, que no dejaba mucho a la imaginación, con un toque de picardía. Reina del sexo, de la sensualidad, Christian no tardó en empalmarse, fijando sus ojos en la diminuta braguita, subiendo por su plano vientre, detallando el tatuaje, que la hacía aún más suya, más mujer, más sexy. Deteniendo su mirar en sus pechos, desnudos, que delataban unos pezones. El pantalón formó una deleitable carpa, que Anastasia gustaba de todos modos sobar. Pero no podía. No sabía que haciendo todo aquello también se torturaba a ella misma. Se sintió húmeda, al mirar la erección de Christian. Y él aún la miraba. Con malicia, con lujuria a la vez. Pensando 'que zorra eres... pero así me gustas. Mi zorra...' Su mirada color azul parecía aún más sensual. Christian se sintió desnudo. Y así es como le gustaría estar. Desnudo. Debajo o encima de ella, no importaba. Quería acercarse, besarla, besar aquella boca suya. Anastasia finalmente esbozó una sonrisa. Él se frotó los ojos.
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Protégeme 3
Fanfiction"Protegerlas siempre será mi misión" -Tercera temporada de "protégeme", es necesario haber leído la primera y segunda parte. Historia adaptada al universo de Cincuenta sombras con los personajes de Christian Grey y Anastasia Steele. Todos los crédit...