Capítulo 24

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Phoebe abrió la puerta con puro sigilo. Intentó aguantar el llanto, pero no podía. Sollozó y fue a buscar a su padre. Le movió un poco el brazo. Un puchero automático se plasmó en su expresión.

— Papá... — dijo con voz temblorosa. Christian dormía profundamente. Le dio la espalda, sin querer. Phoebe suspiró y cambio de lado. Se dirigió a la izquierda y repitió la acción.

— Mamá... — la garganta le escocía, y los ojitos se le llenaron de lágrimas. Anastasia se sobresaltó. Encendió la lamparita de luz y tuvo compasión hacia Phoebe. Le acarició la mejilla.

— ¿Qué pasa, princesa? — dijo apenada. — estás ardiendo...

— Me duele la cabeza — le dijo la pequeña. Anastasia se levantó de la cama y cogió a Phoebe en brazos. La paseó un poco, para que parara de llorar.

— ¿Qué te duele? — dijo Anastasia mirándola.

— La cabeza... me siento mal mamá... — sollozó Phoe.

— Vamos a ver... — Anastasia sacó el termómetro de uno de los cajones del tocador. Se lo colocó a Phoebe y le aguantó el brazo. — no lo muevas ¿eh? — le sonrió y besó su frente.

— ¿Mmmh? — Anastasia se giró hacia Christian, que se estaba despertando.

— Duerme, cariño — le dijo Anastasia. — qué no te lo digo a ti — Christian se incorporó más y observó el panorama.

— ¿Qué pasa? — dijo aún somnoliento.

— Phoebe tiene fiebre — dijo mirando el termómetro. — justo rozando los treinta y ocho coma cinco grados.

— Dios... — Christian se levantó y se acercó a ambas. — ¿La llevamos a urgencias? — preguntó, mirando a Ana.

— No, tengo jarabe, hará que le baje la fiebre y pueda dormir. Pero mañana mejor no voy a la clínica y me quedo en casa con ella — Christian asintió.

— ¿Necesitas algo, mi amor? — le preguntó a Ana, ladeando la cabeza.

— No, tranquilo mi vida — desapareció con Phoebe hacia el piso de abajo, a buscar el jarabe.

Christian, de nuevo, medio dormido, sintió como la cama se hundía por el lado izquierdo. Se incorporó. Phoebe quedaba entre él y Anastasia.

— ¿Dormirá aquí? 

— ¿Qué pasa? — dijo Anastasia acariciándole el cabello a su pequeña, mientras ella cerraba los ojitos y cogía un trozo del camisón de su madre. Le gustaba tener algo fino entre las manos cuando se trataba de dormir. — no la voy a dejar en su cuarto, si se siente mejor junto a sus padres.

— Bueno... de acuerdo — Christian se tiró un poco hacia la derecha, para que hubiera más espacio. — vaya nochecita nos espera... — Anastasia sonrió. Christian se inclinó para besarla y ella se retiró.

— Qué rápido olvidaste nuestra apuesta, cielo.

— Oh, jódete — se dijo a sí mismo. — encima la apuesta, ¿Sin besarse durante toda la semana? ¿En qué estaba pensando cuando te dije que sí?

— Mmmhh, puedes darme el beso y terminamos con esto ahora, pero espero que tengas una buena tanga de hombre... porque me deberás un striptease de los buenos y largos.

— ¿Perdón? — se rió él. — ¿Ya volvemos? Yo no pienso ponerme una tanga, bonita. Ve preparándote tú para pasarte por la tienda de lencería y doparte de prendas sexys.

— ¿A mí? En todo caso no me haría falta comprarme nada nuevo. Me basta y me sobra con mis estupendas prendas ¿O me dirás que no?

— Bueno sí — sonrió Christian. — el caso es que ya las tengo todas vistas. — Anastasia negó con la cabeza riendo y apagó la luz.

— Ten en cuenta que tu hija está entre nosotros.

— Lo sé — las palabras resonaban en la oscuridad.

— Cómo la chafes... — suspiró Anastasia.

— No soy tan idiota — Anastasia sonrió.

— A veces tengo mis dudas — Christian refunfuñó algo, pero Anastasia se hizo la dormida, no le contestó. A veces parecían ellos los niños y no Phoebe.

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