Capítulo 10

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Pasaron por un gran salón.

—Buenos días, Grey.—saludó una voz conocida.

—¡Eliott!—fue Anastasia, la primera en saludarlo. Se lanzó a abrazar al hombre. —¡Dios santo! ¡Cuanto tiempo!—suspiró ella, separándose y mirándolo. Christian los miró mal.

—Sí, lo sé enana. Tuve que trasladarme un tiempo, mi madre estaba enferma.

—Oh...lo siento. ¿Pero está mejor?

—Murió el mes pasado...—dijo él suspirando y arreglando unos papeles. —volví hace un par de semanas, pertenezco más aquí que allá.—Anastasia lo miró, entristecida. A pesar de que estos hombres estuvieran entrenados tan bien, psicológicamente... Eliott parecía estar triste. Esos ojos azules no engañaban...

—Es que no puede vivir sin mí, este pedazo de maricón.—dijo Christian riendo y dándole un leve golpe en el hombro, que animó al hombre.

—¿Maricón? Si me van más los...—se detuvo, mirando a Anastasia —lo siento, tu novio me hace decir cosas que no vienen al tema.

—No te preocupes, estoy acostumbrada a oír cosas que no vienen al caso.—dijo Anastasia, mirando a Christian, por lo que minutos antes había dicho.

—¿Qué quieres decir con eso?—dijo él mirando a Anastasia, con el ceño fruncido.

—Bueno, ¿cómo va la organización de la boda?—intervino Eliott cambiando de tema. —¿todo bien?

—De maravilla.—sonrió Anastasia. —pero espera...¿Christian tú se lo vas diciendo a todos o qué? —sonrió, alegre.

—Eh...bueno...

—Por favor, Christian.—dijo Eliott. —si ya lo sabe todo el edificio. Las agentes están bastante celosas. Siempre estás en boca de todos...Veamos ahora que pasa...creo que no deberías estar aquí...—dijo preocupado.

—¿Por qué?

—Christian habla de ti. Las mujeres que trabajan aquí te tienen celos...y los hombres, bueno, tú misma verás. —dijo mirando a su alrededor. Anastasia se giró y vio como los ojos de muchos de ellos se clavaban en ella. Christian alzó la voz.

—Pero bueno, ¿Que no tienen trabajo o qué? Les diré a Snade que les baje el sueldo, manga de pervertidos. —se quejó él. Anastasia rió.

—Tan celoso...

—Mira quien habla. —se burló Christian. —la que llamó 'zorra' a mi prima por darme los buenos días.

—¡Pero no sabía que era tu prima!—se quejó ella.

—Excusas. —susurró Christian.

—Bueno chicos...—dijo Eliott. —yo me voy, tengo un cúmulo de trabajo atrasado.

—De acuerdo, guapo. —dijo Anastasia para celar a Christian y le dio un beso en la mejilla a Eliott. Christian le dio una palmada en la espalda. Seguido miró a Anastasia.

—¿Qué fue eso?—dijo Christian.

—¿El que?—ella se hizo la tonta.

—Esa confianza. —Anastasia lo miraba coqueta. Christian lo dejó pasar, siempre lo hacia. —ahora ven, yo también quiero un beso. —tiró de su brazo y, apoyándose en el escritorio de Eliott, que ya se había ido, Dios sabe dónde, Anastasia lo besó. Ahora llamando la atención de mucha más gente. Miradas alegres, miradas orgullosas, miradas celosas, tanto por él como por ella.

—¡Hey!—alguien les llamó la atención.

—Snade. —dijo Christian apartando un poco a Anastasia de la cintura.

—¿Pero tú qué? —dijo él, riendo y dándole la mano. —que esto no es un pub, eh.

—Bueno...—se disculpó Christian. —ya conoces a Anastasia. Al fin y al cabo...

—Te debemos a ti, la boda, todo.—sonrió Anastasia.

—¿Y eso?—dijo Snade alzando las espesas cejas blancas.

—Tú me encargaste a Anastasia...—sonrió Christian, mirándola enamorado. —como misión.

—Oh, mierda, Christian es cierto. Tú y tus misiones—se rió. —por cierto, intentaré ir a la boda, pero no te enojes si no puedo, sabes como voy de tiempo.

—Si no vienes te corto las pelotas.—le dijo Christian.

—¡Christian!—lo riñó Anastasia.

—¿Amor?—rió Christian.

—¿Amor? ¿Besos en el trabajo? Christian te has vuelto todo un ñoño. Ana, ¿qué le has hecho a mi hombre?—se rió Snade. —bueno, lo dicho, intentaré ir. A ver mi esposa que dice, ella quiere conocer también a la famosa Anastasia.

—¿Famosa?—dijo ella.

—Sí, Christian habla mucho de ti. Anastasia aquello, Anastasia lo otro. Tú, la boda, y la relación entre ustedes dos es el tema diario. —rió el jefe de agencia.

—Pues vaya, la que ha liado tu hombre.—dijo Anastasia mirando mal a Christian, con lo que le gustaba a ella la discreción.

—No te preocupes, mujer, es normal. Cuando Mariana se casó, también era tema diario. Cuando Jorge también tuvo boda, era tema diario. Ahora le toca a Christian.—miró su reloj, repentinamente. —chicos, me tengo que ir. Nos vemos luego. —le dio un golpe al hombro a Christian y desapareció entre la multitud de gente.

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