Anastasia se despertó. Del todo satisfecha, se sentía bien. Una mujer amada. El simple hecho de mirar a Christian la complacía, más que a nadie en ese mundo. Era hermoso... él acostumbraba a dormir boca abajo, con una mano metida entre la almohada y el colchón. Ella se aseguró de que Phoebe aún estuviese dormida. Y bajó a prepararse un café para despejarse. La noche anterior, había sido... tan perfecta. Tanto, que se había olvidado de la errada de sus padres. Christian la había amado con tanto cariño, que al recordarlo se le erizaba la piel. Puso el café en la cafetera y esperó a que la leche se calentara. El timbre sonó. Una vez, muy corta. Se acercó a la puerta y abrió. No había nadie. Que raro. Vio un enorme ramo de flores que adornaba la entrada. Lo cogió, sonriente. ¿Christian? ¿Otro de sus detalles? Dejó el ramo en la encimera de la cocina y abrió la pequeña carta, con un sobre rosado. El papel era de un tono más claro. 'Las rosas son rojas, mi amor. Las violetas azules... y Phoebe es igual de hermosa que su madre' y debajo en más de una firma, ponía 'Casa Morada, Toluca Lake' Uno; esa letra no era de Christian. Dos; no había firma. Tres; ¿Por qué mierda le dejaba esa dirección? Anastasia había vivido el suficiente tiempo en Los Ángeles, para saber que en esa casa no vivía nadie.
Anastasia se abrochó fuerte el cinturón del albornoz. Salió de nuevo a la calle, y tiró el ramo de rosas en el contenedor del vecino. Si Christian lo veía, era capaz de enfadarse. Sabía lo que era, y sabia lo celoso que se ponía. Cuando entró de nuevo a casa, el sonido del televisor la distrajo.
—Phoebe, bebé, son las nueve. ¿Qué haces despierta?
—No tengo más sueño, mamá.
—¿Llamaste a papá? — Phoebe miró a su madre y negó. Luego volvió su vista de nuevo a los dibujos animados. ¿Dónde está Perry el ornitorrinco? La niña rió. —¿Quieres desayunar algo, mi amor? — dijo Anastasia apagando la cafetera.
—No. — respondió Phoebe.
—¿Por qué no?
—Porque no tengo hambre. — Anastasia vertió el café en una taza e hizo mitad y mitad con un poco de leche. —¿Ni una galletita? — le digo Anastasia haciéndole cosquillas en la barriga. Phoebe rió con gusto.
—No mamá. — seguía riendo. —para, para. — dijo con su voz gritona y aguda. De una niña de ya cuatro años, recién cumplidos. El café se tambaleó, yendo a parar al regazo de Anastasia.
—Mierda. — se quejó Anastasia. —quema, quema... — fue hacia la cocina y agarró un trapo.
—Mamá, has dicho una palabrooooota. — dijo Phoebe con un tono juguetón.
—Lo siento, lo siento. — dijo Anastasia. —eso no se dice, tú no lo digas nunca ¿eh? — Phoebe se rió. Los muslos de su madre estaban pegajosos y llenos de café.
—Ahora tendrás que ducharte... — canturreo la niña. —por hacerme cosquillas. — puso una cara coqueta y señaló con un dedo hacia arriba.
—Y tú vendrás conmigo. — sonrió Anastasia.
—No quiero bañarme.
—Oh sí, vas a bañarte con mamá.
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Protégeme 3
أدب الهواة"Protegerlas siempre será mi misión" -Tercera temporada de "protégeme", es necesario haber leído la primera y segunda parte. Historia adaptada al universo de Cincuenta sombras con los personajes de Christian Grey y Anastasia Steele. Todos los crédit...