Capítulo 2

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Borja también notó la presencia de Zoe, que se destacaba entre los demás bailarines. Cuando el acto finalizó, se acercó a ella sin descuido.

—No me parecería extraño confundirme y pensar que eres tú al ver a una joven rubia y bella, pero es que esos ojos azules son difíciles de olvidar —Murmuró cerca de su oreja, Zoe volteó rápidamente para descubrir de quién se trataba y se sorprendió al verlo ahí, frente a ella.

Su cuerpo se inmovilizó por unos segundos y sus miradas se encontraron. Lo agarró bruscamente de la muñeca y lo llevó hacia una sala más pequeña que se conectaba con la principal. Para su fortuna, estaba vacía.

—Nadie tiene que saber sobre lo nuestro —Susurró con seriedad.

—¿Lo nuestro? —Preguntó él en un tono alegre e irónico. Su rostro reflejaba lo mismo que de su boca salía.

—Sobre lo que paso entre nosotros —Corrigió de inmediato —Hablo en serio.

Se limitó a observarla con picardía, sacó un cigarro de su bolsillo junto a un encendedor y la dejó esperando por su respuesta.

—Está bien, haré de cuenta que no te conozco.

Ella respiró aliviada apenas lo oyó. Borja se quedó en silencio por un momento. Prendió su cigarro y le dio una pitada, sin saber qué decir.

—¿Por qué te fuiste mientras dormía?

—¿Creías que también incluía desayuno en la cama? —En su voz había sarcasmo. Él sonrió.

—No, pero al menos podrías haberme dado un beso de despedida —Dijo con firmeza. Dio unos pasos hacia delante, para quedar a unos centímetros de su rostro —¿Nos volveremos a ver? —Preguntó expectante a la vez que la miraba fijamente a los ojos.

—No lo sé —Murmuró por lo bajo.

Y antes de que él pelinegro pudiera responder, Gavrel apareció en la sala y caminó hasta ellos.

—Borja, apaga ese maldito cigarro —Masculló molesto sin importarle que la rubia se encontrara junto a su hermano. Traía con él un vaso de agua, se lo extendió a Borja, que rodó los ojos y dio una última pitada con total tranquilidad antes de meter el cigarro dentro del agua. Odiaba verlo fumar y más rabia le daba si lo hacía en la escuela. Allí no se podía fumar y si su madre lo veía le iba a dar un ataque —Ven, mamá quiere una foto con los dos —Le ordenó.

—Ve a buscarla, enseguida voy —Respondió Borja y espero a que su hermano se retirara.

La miró antes de voltear y retirarse, dejándola sola en aquella sala vacía. Ella se quedó allí, observando cómo se alejaba.

A los dos esa conversación les sabía a poco. Necesitaban más.

Zoe observó como su mano temblaba. No esperaba para nada encontrarse a ninguno de sus clientes allí y menos a Borja. Él era con él que más había disfrutado estar, no solo en Nueva York... Si no en toda su vida.

La curiosidad no dejaba de preguntarle, ¿Volvería a verlo?

La curiosidad no dejaba de preguntarle, ¿Volvería a verlo?

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Me quedaré contigo una noche más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora