El miércoles por la tarde, Zoe tomó el metro para ir a la Terminal Grand Central. En el camino, se repetía una y otra vez lo estúpida que fue al no planificar una buena mentira en caso de que sus hermanos o padres vinieran a visitarla sorpresivamente.
Descartó todas las posibilidades que pasaron por su mente. Ninguna podía ser posible. De igual forma, ya era tarde. No había tiempo para elaborar una mentira.
No paraba de ensayar todo lo que les diría a sus hermanos. Porque quizás... algunos pequeños detalles de la verdad si podían alterarse.
Una vez allí, los esperó en la puerta por donde debían aparecer.
Intentó calmar su mente. Estaba a punto de reencontrarse con sus hermanos después de meses.
—¡Hermana! —Exclamó Geoffrey sonriente y con sus brazos abiertos. Ella corrió y se lanzó sobre él emocionada. La atrapó en un abrazo interminable.
Olvidó por completo sus mayores preocupaciones y disfruto el momento.
—¡Mírate! ¡Ya eres toda una neoyorquina! —Gritó Finn con alegría y tiró su mochila al suelo para abrazarla con fuerza.
Sus hermanos eran muy parecidos a ella, rubios con ojos claros y la misma sonrisa.
—Ya casi no nos llamas, te has olvidado de nosotros —Geoffrey frunció levemente su entrecejo.
—Que no los llame no quiere decir que no los extrañe. Estoy muy ocupada todo el tiempo. Lo siento mucho.
—Te entendemos, no tienes que explicarnos nada —Dijo Finn.
Sus rostros, sus sonrisas amplias, la trasladaban inmediatamente a su hogar.
—¿Cómo se encuentran mamá y papá? —Preguntó. A ellos también los extrañaba muchísimo —Pensaba ir a visitarlos un fin de semana, quizás para año nuevo.
—Muy bien, querían venir con nosotros pero ya sabes, siempre están colmados de trabajo.
Agradeció que así fuera. Si sus padres aparecían en la ciudad, tendría un colapso.
Se dirigieron a la residencia y antes de subir al departamento, Zoe prefirió decirles la verdad ahí mismo, en la puerta del edificio.
—Debo contarles tanto... Que no sé por dónde empezar.
—¿Qué esperas? —Preguntó su hermano menor —¡Quiero saber todo!
—Primero, deben jurarme que no se enojaran... y que no le dirán a nuestros padres.
Sus expresiones felices cambiaron por intranquilidad.
—Zoe, ¿Qué está pasando? —Se podía oír la preocupación en las palabras de Finn.
Se encontraba asustada. Sentía que estaba a punto de admitir un crimen.
—Estoy bailando en una academia de ballet —Soltó la verdad en un abrir y cerrar de ojos.
Los dos quedaron petrificados. Realmente esperaban algo peor. Aun así, los sorprendió.
Por alguna razón, sabían que su hermana tarde o temprano seguiría a su corazón, que le suplicaba a gritos que volara lejos y bailara como siempre lo soñó.
—Eso es... ¡Increíble! —Gritó su hermano menor. Sus expresiones de alegría resurgieron.
—Oh pequeña, estoy tan feliz por ti —Finn volvió a abrazarla.
Zoe sonrió sin estar segura de que debía decir. No esperaba una reacción como sea.
—Desde luego que no le diremos nada a nuestros padres —Geoffrey negó con la cabeza —No somos la policía y si lo fuéramos, no te delataríamos.
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Me quedaré contigo una noche más ©
Romance¿Qué pasaría si un día te das cuenta que lo que te han contado, no es la verdadera historia? Zoe se crio entre secretos y ahora que ya es una joven adulta, ha creado los suyos propios. Así es como llega a la ciudad de Nueva York para entrar a la Aca...