Capítulo 18

775 92 4
                                    

Mirrors – Justin Timberlake

Zoe salió de la habitación y caminó hasta el living. Borja la esperaba allí para asistir a la cena que se llevaría a cabo en la mansión de uno de sus socios a las afueras de la Ciudad de Nueva York. Un empresario dueño de una de las marcas más grandes de ropa deportiva en Estados Unidos.

—Te ves preciosa —Dijo al verla con el vestido gris que llevaba puesto.

Era largo y tenía un cuello en v muy amplio. Unas piedras del mismo color en la parte superior tapaban sutilmente las transparencias de este. Lo compró especialmente para esa noche.

Su cabello caía encima de sus hombros.

—Muchas gracias —Murmuró.

Estaba distraída viendo su atuendo. Un traje ceñido de color azul con una corbata negra y unos zapatos grises oscuros.

—¿Qué? ¿No me dirás que me queda bien? —Sugirió con una ceja levantada.

No era la primera vez que lo veía con un traje así de fino, pero cada vez que lo hacía, quedaba encantada como la primera vez.

—Te queda jodidamente bien —Confesó con una mirada seductora y caminó hasta él —Bueno, a ti todo te queda jodidamente bien —Inclinó su rostro hacia arriba para verlo a los ojos, porque a pesar de llevar unos zapatos con tacos, Borja seguía siendo mucho más alto.

Esbozó una sonrisa triunfadora.

Aprovechó la cercanía para observar minuciosamente su maquillaje.

Las sombras mattes de sus ojos estaban compuestas por una paleta de grises que iban en degrade, del más claro al más oscuro y por encima, un delineado con brillos. Sus labios tenían un labial nude con un poco de gloss.

Colocó una mano debajo de su mentón y la besó con delicadeza. En el instante que sus lenguas se rozaron, la delicadeza no bastó y la intensidad en la que sus labios se movían aumentó. Pegaron sus cuerpos con necesidad y Zoe envolvió su cuello con sus brazos. Mordió ligeramente su labio inferior e hizo que Borja dudará en ir a la cena.

Se dirigieron en su auto hasta aquel lugar y cuando entraron por la entrada principal de la morada, la rubia se asombró al ver la mansión situada en medio de un gran bosque. Estaban a un kilómetro de distancia pero ya podía ver sus increíbles dimensiones.

En la puerta, antes de que entraran, Borja la tomó de la mano con firmeza. Ella solo sonrió ante el gesto. Jamás se habían tomado de la mano.

Por fin podían tener algo tan sencillo pero tan significativo.

Dentro, se encontró con habitaciones amplias y luminosas. Con escaleras de vidrio, que a la vista parecían ser muy frágiles. Las paredes estaban decoradas con fotos antiguas de los primeros años en que se fundó la marca y también, con fotos del dueño junto a muchas celebridades y figuras más importantes del mundo.

Zoe no paraba de ojear todo lo que se encontraba a su alrededor mientras caminaban hasta la sala de estar. Borja por su parte, se mantenía indiferente. Aunque era la primera vez que visitaba a este socio en su residencia principal, no le interesaba en lo absoluto los adornos valuados en miles de dólares y su estatus social colgado en las paredes.

Creció desde pequeño dentro de la alta sociedad, así que ya nada le sorprendía o llamaba su atención. A comparación de él, la rubia había sido criada en un contexto diferente. Previo a esa noche, nunca visitó una vivienda con esas características. Estaba extraña y a la vez fascinada por tanto lujo bajo un mismo techo.

Antes de que llegar a destino, se encontraron con Abraham,  el dueño de toda esa fortuna. Era un hombre mayor, de baja estatura y calvo. Un grupo de hombres estaba junto a él. Algunos iban acompañados de sus parejas y otros de sus esposas. Charlaban tranquilamente con un vaso de Whisky en las manos. Todos vestían con un traje pulcro y de color oscuro. Las mujeres, llevaban puestos unos vestidos largos y elegantes.

Me quedaré contigo una noche más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora